El Ayuntamiento de Barcelona seleccionó 112 equipos para elaborar proyectos para las “16 puertas de Collserola”. Se trata de la primera fase de un concurso convocado para conectar la ciudad y el parque. Ya han sido 285 licitadores que han presentado sus propuestas. A continuación les presentamos el proyecto de Herreros Arquitectos junto con Maria Benedito Ribelles y Marti Sanz Ausas (MIM-A), quienes fueron seleccionados para la “Porta 10, Horta”.
Hay un cambio de paradigma que se impone de manera insoslayable: la ciudad es para las personas, para las bicicletas, para los peatones. El gran Parque Lineal tiene que negociar con la densidad del tráfico pero obtiene la superficie necesaria para tener entidad como espacio verde estancial y de carácter lineal; ideal para caminar, correr, hacer deporte y simplemente subir el último tramo de la ciudad camino de casa. La Rotonda que intercepta la Ronda de Dalt es mayor que muchas plazas de la ciudad. A ella se accede sin tocar el suelo. Se la entregamos a los adolescentes para sus prácticas deportivas y de ocio: skate, bms, bmx, long-board… De paso, la rotonda resuelve con naturalidad los giros y los accesos al velódromo y al barrio de nueva construcción.
La topografía aconseja trazar una losa que resuelva los desniveles para crear un plano sin coches sobre el que crece el barrio. El espacio generado a la cota de la Ronda alojará la Planta de Biomasa, los equipos e instalaciones, el almacenaje de agua y energía, aparcamientos, y el hipotético acceso al túnel de Collserolla. En la cota habitada, un tapiz de construcciones ligeras que alternan viviendas con invernaderos y pequeños equipamientos recuerda vagamente una estructura de calles y plazas. La densidad tiene que ser suficiente para generar la masa crítica que permita llamarlo “barrio” u establecer un diálogo equilibrado con el velódromo y la montaña. Este enclave se piensa primordialmente como un lugar para vivir según nuevos modelos de confort y calidad de vida que anteceden ciertos valores asociados a la sensibilidad medioambiental, la cultura del reciclaje, la creación de comunidades de intereses o la disolución de las barreras generacionales a otros con los que se habita la ciudad central, más interesada en cuestiones de representatividad, tamaño o independencia.
El espacio habitado queda rodeado por un vial que resuelve accesos y asegura los mantenimientos mientras favorece la conexión entre Montbau, Mundet y Horta minimizando la presencia del coche. Más allá. Una serie de terrazas cultivadas con vides crea un paisaje híbrido entro lo natural y lo artificial que envuelve algunas prexistencias de escasa calidad medioambiental que pueden de esta forma cambiar su metabolismo para entrar en sintonía con el medio. Adentrados en la montaña, los senderos, las masas boscosas y la carretera de las aguas encuentran un nuevo destino como ingredientes de la ciudad contemporánea desvelados por la arquitectura. El conjunto construye una deseable fachada para la Ronda y se espera que pueda afectar y difundir sus virtudes de naturalización, integración y diversidad a los enclaves residenciales adyacentes que arrastran su disgregación y discontinuidad como la fuente de todas sus carencias.
Los límites del espacio edificado no rebasan la franja que ya hoy se define como urbana. A partir de ella, todas las acciones son de corte paisajístico, naturalista o agrícola como la de replantar los viñedos históricos desaparecidos por la filoxera que se plantan en cantidad suficiente para producir una exclusiva DO de la Porta d’Horta. La naturaleza entra en la ciudad por la puerta grande proponiendo la “collserolización” de Barcelona invirtiendo el sentido de la histórica invasión de la montaña por la ciudad.