- Año: 2012
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Fotografías:Andreas J. Focke
Al sur de la Ciudad de México, en un emplazamiento irregular que solamente ofrece unos cuantos metros lineales de fachada, se resuelve esta vivienda unifamiliar que ante la carencia de contacto con su entorno, crea su propio contexto desenvolviéndose alrededor de un paisaje creado por sí misma.
Un decrecimiento sucesivo de escalas jerarquiza el carácter de los espacios interiores, comenzando por el acceso a través de un patio de triple altura recubierto de cristal y bloques de cemento que enmarcan el cielo como un paisaje superior. Por las noches, ese paisaje se reproduce en los muros de las escaleras principales con un juego de luces que recuerda una constelación.
El acceso a las áreas públicas se da a través de un espacio de doble altura en el que de inmediato se asimila la sensación de ligereza y transparencia que predomina por toda la casa. El contraste entre elementos sólidos cargados de textura y la absoluta transparencia, ofrece una lectura muy clara del funcionamiento de la residencia.
Es así que la ubicación de áreas de servicio, circulaciones y espacios de convivencia se intuyen fácilmente por el usuario. Las áreas semi-públicas y privadas adquieren una escala más íntima, y al igual que en el resto de la casa, se encuentran inundadas de luz natural.
A través de simplicidad formal de los espacios construidos, la arquitectura cede el protagonismo del proyecto al escenario principal de las actividades del cliente: el jardín.
El uso de materiales aparentes (bloques de cemento, acero, madera, vidrio y concreto en la fachada) vincula al edificio con su contexto natural dotando de personalidad a esta arquitectura –el contenedor de espacios–, que a su vez sirve como contenedor del espacio exterior. Vista desde el jardín, la transparencia de las fachadas interiores desnuda la actividad que sucede dentro de la residencia, borrando los límites entre el interior y el exterior, unificando de manera íntegra lo construido con lo no-construido.