Ya les hemos contado acerca del Youg Architecture Program impulsado por el MoMA y el MoMA P.S.1 y su importancia destacando y dando a conocer el talento emergente de arquitectos, sobretodo a partir del 2010 momento en el que el programa arma una red global con versiones locales en Roma (MAXII) y Santiago de Chile (Constructo).
Respecto a Chile, hemos conocido a fondo las propuestas 2010 y 2011. Este año la oficina ganadora fue Beals & Lyon, con su porpuesta llamada “The Garden of Forking Paths” y que a diferencia de sus antecesoras será construida en el Parque Araucano.
A continuación los detalles de la propuesta ganadora.
Beals & Lyon > The Garden of Forking Paths
El terreno a ser intervenido se ubica en la esquina sur-poniente del Parque Araucano, en su punto más alto, sobre una pequeña colina y rodeado de árboles nativos. Esta posición se inscribe dentro de un circuito perimetral y supone por sí sola una cierta lejanía y descubrimiento al interior del parque. En este recorrido buscamos crear un nudo, una serie de bifurcaciones consecutivas; un sistema que planteara nuevas reglas, un nuevo tiempo, una lentitud; un interior que promoviera una percepción y experiencia multisensorial.
Un pabellón en el parque es usualmente percibido como una forma aislada contra el paisaje, construido para ser percibido sólo visualmente desde el exterior. Por el contrario, tipologías como el jardín cerrado, el grotto y el laberinto son pensadas desde un interior, demandando exploración y experiencia para ser comprendidos. Ellos tienen una naturaleza ambigua: son a la vez artificiales y naturales, interiores y exteriores, públicos y privados, lo que deja espacio para la interpretación no sólo de su significado, sino también de las situaciones que suceden en ellos.
Mediante la construcción de un laberinto, el proyecto crea una narrativa de situaciones de descubrimiento y sorpresa, explorando las posibilidades del espacio público mediante un set inédito de atmósferas y ambientes. Para esto, utilizamos una trama vegetal que crea un medio borroso, de baja resolución, que aleja la ciudad y fomenta la percepción a través de todos los sentidos.
Esta plantación de maíz es surcada por un sistema de pasarelas de madera construido con tablones de andamio reciclados. Toda la estructura se pinta de color amarillo, destacándola así contra el verde predominante del paisaje. Su trazado se debe a la geometría del laberinto de Versalles, la cual ha sido deformada y adaptada para incluir una serie de espacios a modo de habitaciones o follies, ensanches del recorrido, espacios para lo inesperado e imprevisto. Este recorrido comienza y finaliza en un espacio mayor, un patio de encuentro desde el cual se perciben pistas de lo que sucede al interior. Este patio, sumado al sistema de pasarelas, hace que el proyecto deje espacio tanto para situaciones colectivas como también para la exploración y experiencia personal. Aspersores de riego en las cuatro esquinas del laberinto se activan de cuando en cuando, cambiando repentinamente las condiciones ambientales. Junto a ellos, una poza central y las telas que flotan en las habitaciones refrescan el ambiente.
Toda la estructura es modular, lo que permite que sea desmontada y relocalizada en otro terreno, permitiendo quizá que otro trozo olvidado de ciudad pueda ser descubierto y sus potencialidades de uso público, exploradas.
Caminando por el parque, sobre una colina a lo lejos, algo que no había visto llama mi atención. Una plantación dorada, con torres y estructuras etéreas emergiendo hacia lo alto. Camino hacia ella, hasta que me encuentro frente a una plataforma angosta, suspendida, construida con tablones viejos y marcados. Decido subir a ella. A medida que me voy acercando, me doy cuenta de que se trata de una plantación de maíz. Gente entra y sale de ella, por un surco en una de sus esquinas. Decido entrar a lo que parece ser un laberinto, y la ciudad a mis espaldas empieza a desaparecer. Ahora estoy solo. La pasarela es angosta y los muros de maíz se levantan sobre mí. Ya no escucho la ciudad; el viento mueve las hojas y las siento tocando mis manos. Escucho un suave murmuro de voces distantes, pasos, pero no veo a nadie. El sendero pronto se bifurca.
Decido doblar a la izquierda y llego a un ensanche del camino: una habitación con forma de medio cilindro donde frutas y vegetales crecen en los muros, un grupo de gente conversa y come alrededor de una mesa de madera larga. Decido continuar con mi exploración solitaria, escuchando ahora ruidos de agua y niños salpicando a la distancia. Pero inesperadamente, y aunque el cielo sigue despejado, agua como lluvia comienza a caer. Decido apurarme. Entonces, entro a otra habitación, un cubo esta vez. Una red cubre el suelo.
Puedo recostarme en ella. Cierro mis ojos. Olores a lavanda y menta vienen desde abajo. Quiero ver más, por lo que después de un tiempo, decido seguir. El sendero se bifurca una y otra vez. Ahora sí estoy completamente desorientado. Todavía alcanzo a escuchar, cada vez más lejos, a los niños jugando en el agua. Entro a una nueva habitación, similar a la primera, pero esta vez sonidos de pájaros y música llenan el lugar. Giro a la izquierda. Parece que he encontrado la salida. El sendero se separa de la plantación de maíz, elevándose, y a medida que me alejo del laberinto, veo el parque de una manera que nunca antes había visto. Levantado, todo el paisaje se domina desde acá. Abajo, gente tendida en una ladera de pasto y a la sombra de los arboles, hace un pic-nic. Giro y veo el laberinto ahora desde el exterior. El camino me lleva de vuelta, y antes de lo esperado, me encuentro perdido nuevamente. Después de un tiempo, encuentro una delicada tela que se mueve con el viento y alcanzo a ver, rodeada por ella, una poza de agua. Espío desde mi lado. Huellas de pies mojados en los tablones me dicen que aquí es donde los niños jugaban. Pero ya no hay nadie. Entro y pongo mis pies en el agua. La tela se sigue moviendo y miro al cielo y las nubes pasando sobre mí. No sé cuánto tiempo ha transcurrido, pero ahora el sol, bajo y anaranjado, empieza a dibujar sombras sobre las telas. Pasos se aproximan. Del otro lado veo una silueta. Decido ir tras ella. Este sueño es mío.
Arquitectos: Beals & Lyon Architects Nombre del proyecto: The Garden of Forking Paths Equipo: Alejandro Beals, Loreto Lyon, Claudio Viñuela, Francisca Becerra, Gabriela Medrano, Sebastián Bisbal, Cristián Valenzuela