Arquitectos: TYIN Tegnestue Architects Ubicación: Sungai Penuh, Kerinchi, Sumatra, Indonesia Equipo De Diseño: Gjermund Wibe, Morten Staubo, Therese Jonassen,Kasama Yamtree, Andreas Gjertsen, Yashar Hanstad Año Proyecto: 2011 Fotografías: Pasi Aalto, Zifeng Wei, Wenzel Prokosch
Área Proyecto: m2 Costo: € 30,000 Cliente: Cassia Co-op
El proyecto del Centro de Formación Coop Cassia empezó en el año 2010, con la visita del empresario francés Patrick Barthelemy. Él hizo el recorrido desde Indonesia a la oficina de los arquitectos en Trondheim, y se sentó delante de ellos con una historia fascinante y un maletín lleno de canela. La ciudad de Sumatra suministra el 85% de la canela que se consume en el mundo, sin embargo, los trabajadores que lo hacen posible viven largas jornadas de trabajo, mal pagados y en fábricas inseguras e insalubres.
Después de un año de planificación los arquitectos se encontraron en lo profundo de los bosques de canela de Sumatra, listos para diseñar y construir una escuela de Canela sostenible para los agricultores locales y los trabajadores. El Centro de Formación Coop Cassia se convirtió en un centro único, con la ambición de ser mejor que sus competidores, no sólo en calidad, sino también en la ética del trabajo.
El centro quiere establecer un nuevo estándar en la forma de ejecutar una empresa socialmente que funcione bien, donde los agricultores locales y trabajadores reciban un pago adecuado, un programa de atención médica decente y el acceso a las escuelas y la educación. Además, las fábricas de Coop Cassia son limpias y seguras.
La idea principal detrás del proyecto es el concepto clásico de una construcción ligera de madera sobre una base de ladrillo y hormigón pesado. La construcción de madera da una sensación de estar dentro de un bosque de canela. El centro está construido alrededor de un par de grandes árboles, con una vista panorámica hacia el lago Kerinci-en en su frente y hacia la exuberante selva canela en su fachada posterior.
Se buscó generar además la ventilación natural debajo de una cubierta de 600 metros cuadrados. El conocimiento y la experiencia adquirida en proyectos anteriores han ayudado en gran medida a su buen comportamiento térmico, a través del uso de masa térmica y la protección frente a los rayos solares a través de aleros.
El proyecto se construye principalmente de dos materiales; ladrillo de fabricación local y troncos del árbol de canela. Los troncos son un subproducto de la producción de la canela y tiene un bajo estatus entre los lugareños. La delicadeza de la artesanía se encuentra, entre otras cosas, en las puertas y ventanas del centro.
Una serie de pilares sobre el hormigón determinan la distribución de la planta, mientras que el sistema de construcción asegura la estanqueidad y la rigidez. Por debajo de la cubierta se disponen cinco edificios de ladrillo, entre ellos un pequeño laboratorio, aulas, oficinas y una cocina.
En un proyecto de este tamaño, con una construcción de tres meses, la logística se presenta como uno de los retos más importantes. Con setenta trabajadores, ocho búfalos arrastrando árboles del bosque y un aserradero en el lugar, la correcta gestión del proyecto es esencial.
El proyecto se pensó para ser construido con mano de obra sin formación, además de resistir de buena manera a los constantes temblores y terremotos de la zona. Esto se logró a través de la separación de los diferentes componentes de construcción según su materialidad.