El proyecto de ampliación de la Capilla y Convento de las Capuchinas Sacramentarias, inaugurada el año 1960, es obra del renombrado arquitecto mexicano Luis Barragán, quien no solo accedió a hacer el trabajo gratis, sino que también a financiar parte de su construcción.
La ejecución de la obra se extendió por 7 años, dentro de los cuales este arquitecto iba definiendo paso a paso la inmensa cantidad de detalles que la componen.
Es característico de este proyecto el expresivo carácter tectónico de los materiales, un sublime manejo de la luz y un estudiado pero sencillo tratamiento del espacio. Desde el momento en que se ingresa a la capilla, los detalles, los colores y los juegos de luces y sombras sorprenden a quien visite esta obra.
El primer espacio de recepción es un pequeño patio semi hundido, con muros blancos, dentro de los cuales uno es el que lleva la cruz monumental empotrada. Una pileta, en cuyas aguas flotan flores blancas, da escala humana al espacio, y a su derecha se encuentra una celosía amarilla, que se refleja en esta agua sobre la piedra negra. Esta grilla amarilla es acompañada de una pausada escalera que conduce a una capilla secundaria.
En el otro extremo de la pileta, se encuentra el acceso a la capilla principal, junto a una pequeña escalera de piedra. En este espacio se destaca una banca larga y muy simple que pareciera flotar perpendicular a la pared. En el interior del espacio se utilizó un vidrio de color rosado, que ilumina el ambiente y le da una tonalidad de luz especial. Hacia un lado, se encuentran las áreas privadas del convento, dispuesto sobre un terreno alargado, y hacia el otro se ingresa lateralmente a la capilla.
La luz, que atraviesa unos vidrios amarillos ubicados en una trama en el coro, inunda al espacio de un color acaramelado, y presenta una capilla austera, con paredes de texturas toscas y de colores ocres intensos. Los pisos son de madera y en el altar se destaca el trabajo escultórico de los rectángulos dorados diseñados por Mathías Goeritz.
En el costado izquierdo se ubica una cruz de madera iluminada indirectamente desde un ventanal alargado. Al costado derecho, separado por una celosía de madera en forma de grilla de color blanco, se encuentra una capilla lateral que suele ser utilizada por las familias de las monjas. Desde una rendija superior la luz baña generosa el ambiente, mientras se descubre la triple altura de los muros, dándole monumentalidad a la obra.
Finalmente cabe destacar los pequeños detalles que van enriqueciendo este proyecto, como una ventana cuya luz amarilla se refleja sobre el muro de madera, o el mobiliario y las puertas, que demuestran la prolijidad con la que trabaja este prestigioso arquitecto.
- Año: 1953