Hace bastante tiempo que un edificio no generaba tal consenso entre arquitectos, críticos y público en general. El MAXII (Museo Nazionale delle Arti del XXI Secolo) le gusta a todos (que lo han visitado). El crítico del New York Times, Nicolai Ouroussoff, lo ha resumido muy bien: “A Bernini le habría gustado”. Y personalmente agregaría que a Giovanni Battista Piranesi también. Como me comentó una persona que lo pudo recorrer, estando en el interior se sentía dentro de un dibujo del arquitecto/grabador italiano, y a juzgar por las fotos, debe tener razón.
Me tocó verlo por fuera hace un par de meses y lo primero que llama la atención es la calidad del hormigón y su factura. No por nada los 27.000 metros cuadrados totales que tiene el edificio costaron 150 millones de euros, pero lo realmente interesante ocurre adentro. Un interior que a pesar de tener 11 años (el proyecto es de 1998) no deja de sorprender, y que por ahora esta completamente vacío, porque las 350 obras de arte (todas del siglo XXI) llegarán la próxima primavera.
Como ha dicho Zaha Hadid, la arquitecta tras el proyecto, “El Maxxi es un lugar pensado para favorecer el intercambio de ideas, para ampliar la vitalidad cultural de la ciudad. Espero que el denso tejido de espacios internos y externos sea utilizado bien para que dialoguen entre sí en un intrigante cruce de túneles. No os perderé de vista”.
“Ha sido duro y bastante largo, pero siempre pensé que iba a terminar bien”. Esa han sido las palabras de la arquitecta durante la inauguración en Roma. Es que en estos 11 años han sido seis los gobiernos que han pasado después de que el ministerio de Cultura de Walter Veltroni diera luz verde al proyecto.
Sin duda, un edificio que necesita ser recorrido para entenderlo en toda su dimensión. Y un fuerte candidato a llevarse el próximo premio Mies van der Rohe.
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