Descripción enviada por el equipo del proyecto. Amarillo
Este es un paisaje humanizado de prados, tapias, fresnos, arroyos, un paisaje de pequeña escala, de mínimos, casi doméstico y donde todo, absolutamente todo ocurre con acentos amarillos. En primavera asoman amarillas todas las flores. En verano amarillo el cereal, la cosecha, amarillo es el calor castellano.
El otoño solo llega aquí en el amarillo de los fresnos; millones de hojas diminutas que mueren en un persistente y reseco amarillo. En invierno el amarillo insiste en refulgentes fogonazos de líquenes amarillos sobre los troncos grises de los fresnos. Y amarillas son aquí las máquinas, amarillos los mojones, amarillo todo.
En este paisaje compramos un prado hace 15 años, y después de 12 años de contemplación amarilla, decidimos construir allí una casa, un refugio, un trocito de paisaje como un marco, un pequeño umbral habitado con dos miradas a este y oeste.
Al oeste, una mirada cercana de rocas, musgos, zarzas y fresnos centenarios. Y a este, el amanecer lejano sobre el escorzo de la sierra amarillenta. Esa doble mirada y el cuerpo terminaron de dibujar la casa.
Todo es pequeño, todo es breve, todo tiene una escala diminuta. Desde fuera la mirada resbala por encima de la casa:
El ojo solo se detiene en una puerta amarilla que guarda el umbral, y una chimenea amarilla que lo calienta, lo demás, es invisible.
Y al sentarse, al detenerse en el umbral, la casa desaparece y prosigue el mundo en amarillo