¿Qué busca un concurso de arquitectura? La mejor propuesta, aunque suene obvio, ¿pero la mejor propuesta en respuesta a qué? Hay de todo: la mejor imagen, el mejor producto, la propuesta más económica, la propuesta más rentable socialmente, la más creativa, la más realista, la diseñada por el arquitecto más reconocido para asegurar prestigio, la más efectiva, la de mejor calidad.
Hay tantos objetivos como mandantes en el mundo y quien pone las reglas del partido, decide quién gana finalizados los 90 minutos. Cuando se trata de concursos públicos, las prioridades cambian, se impone cierta idea de ‘bien común’ y la ciudadanía -conocedora más que nunca de las consecuencias de los proyectos mal ejecutado- exige propuestas que apelen al bienestar de la sociedad, aunque no tengan arte ni parte en el fallo del Jurado.
Si de concursos públicos de arquitectura se trata, debemos hablar de Medellín, otrora ciudad colombiana secuestrada por la violencia, y que ha venido dándonos lecciones al punto de hablarse de "Modelo Medellín" y "ciudad milagro", según The Guardian. Esta reconversión surgió cuando se hartaron de la inseguridad y los atentados, específicamente cuando 10 kilos de dinamita reventaron la simbólica escultura de Botero, ‘El Pájaro’, hiriendo a 200 personas y asesinando a 20 más, que nos dejaron sin saber cuál fue su error de ir a una plaza.
Corría 1995 y desde entonces de la mano de transformaciones urbanas y sociales (Proyecto Urbano Integral, PUI), han dejado atrás la criminalidad y la inseguridad, al punto de albergar la más reciente edición del Foro Urbano, la conferencia más importante sobre ciudades que realiza la ONU.
Eso sí, en esta ecuación no hay buenas propuestas sin buenos arquitectos y urbanistas: en la columna titulada ‘Espacios, no productos’ y publicada por el periódico ecuatoriano El Universo, el arquitecto John Dunn Insua da cuenta que el interés de Medellín no está únicamente en arropar a "la mejor propuesta", sino también en la estructura de la convocatoria: en el Concurso Internacional Parque del Río Medellín “la zona a intervenir fue dividida en 27 sectores: 9 sectores estaban destinados para arquitectos jóvenes, 9 sectores estaban destinados a asignarse a arquitectos residentes en la ciudad de Medellín, y los otros 9 sectores restantes eran para ser asignados a los mejores arquitectos a nivel nacional”, señala Dunn Isua.
Dunn Insua asegura que “los organizadores de aquel concurso convirtieron una simple competencia en algo más. Además de buscar la transformación de un espacio abandonado en uno de carácter público y emblemático, abrieron espacios de participación para los profesionales jóvenes, así como a los arquitectos locales; quienes suelen sentir que compiten en desventaja contra los arquitectos de la capital”.
A final de cuentas, no basta con preguntar qué busca un concurso de arquitectura, sino también qué se busca en los competidores.