La vigésima edición de la Copa Mundial de fútbol ya comenzó y si bien ignoramos qué ocurrirá en el futuro con esta inversión en infraestructura deportiva, en lo estrictamente futbolístico estos coliseos aspiran a quedar inmortalizados en la historia pública y personal de cientos de miles de hinchas y jugadores que, gracias a un resultado épico, un golazo a último minuto que infle las redes o una goleada inédita y simbólica, puedan sobrevivir al paso del tiempo.
¿Recuerdas en qué estadio el Káiser Beckenbauer caminó errante por la cancha tras ganar un Mundial?, ¿sabes cuál es la Catedral del fútbol?, ¿En cuál cancha el Rey de Suecia estrechó la mano de un joven Pelé de diecisiete años?
Después de recordar un partido entre prisioneros y nazis, la fiesta del primer Mundial en Uruguay y el simbolismo de una final de rugby en la Sudráfica post-apartheid, ahora es hora de revisar la segunda y última parte del compilado de once estadios mundialistas que trascendieron el evento deportivo y quedaron en la historia.
Estadio Wembley, Inglaterra
Mundial 1966
“Wembley es la catedral del fútbol. Es la capital del fútbol y es el corazón del fútbol”, dijo Pelé sobre el estadio londinense diseñado por John William Simpson y Maxwell Ayrton en 1923. Al momento de su demolición en 2003 para su posterior reinauguración en 2007, las Twin Towers ('Torres Gemelas') acumulaban históricas jornadas tanto deportivas como musicales.
A considerar: los Juegos Olímpicos de 1948, cinco finales de la Champions League (63, 68, 71, 78 y 92), dos finales de la Europe League, el último tour de Queen (Magic Tour) en 1986 con Freddie Mercury a la cabeza, y por supuesto, la final del Mundial Inglaterra 1966, entre los locales y Alemania Federal (4 - 2) en un sufrido partido de 120 minutos (90’ + 30’ extras), caracterizado por su dificultad de destrabarse: se retiraron a camarines con un empate a uno y luego de los noventa minutos reglamentarios, cada arco cargaba con dos goles.
Eso sí, el mismo Pelé -escultor de frases tanto inmortales como contradictorias- alguna vez también dijo que no había “peor castigo que nacer pelota y ser pateada por un inglés en Wembley”.
Estadio Internacional de Yokohama, Japón
Mundial 2002
Como ocurrió con Estados Unidos 1994, la elección de la sede del Mundial 2002 apuntó a explotar mercados comercialmente atractivos en los cuales el fútbol no estaba totalmente masificado. Corea del Sur y Japón presentaron una inédita alianza que inspiraría fallidas propuestas en Sudamérica (Chile-Argentina y Uruguay-Argentina), pero que según los organizadores jamás se volvería a repetir.
En un Mundial desarrollado simultáneamente entre los dos países asiáticos, el Estadio Internacional de Yokohama inaugurado en 1998, con capacidad para 72.370 espectadores y diseñado por Matsudahirata / Tohata architecture recibió la final entre Alemania y Brasil -sintonizada por 1.100 millones de televidentes-, con triunfo para la verdeamarelha gracias a los dos goles de Ronaldo.
Para 2020 será sede de los Juegos Olímpicos recientemente otorgados a la capital japonesa, Tokio.
Rose Bowl, Estados Unidos.
Mundial 1994
Diseñado por el arquitecto Myron Hunt e inaugurado en 1923, la capacidad original del Rose Bowl en Pasadena (California) para 57.000 espectadores fue aumentada a 92.542. Resguardada por la silueta de la sierra San Gabriel que contiene al Gran Los Ángeles, este estadio de fútbol americano recibió la final del Mundial de 1994 entre Italia y Brasil. Hasta ahora el único partido en donde el campeón se ha definido a penales: un tiro a los doce pasos errado por el italiano Roberto Baggio le entregó el cuarto título a los brasileños.
Estadio Rasunda, Suecia
Mundial 1958
29 de junio de 1958. Se juega la final del Mundial en el estadio Rasunda en Estocolmo, Suecia. Como fiel reflejo de los cambios políticos de los años cincuenta, en cuartos de final se estancan países ya desaparecidos: Yugoslavia, la poderosa Unión Soviética y la facción occidental de la Alemania quebrada tras la Segunda Guerra Mundial.
Reinagurado en 2011, la primera remodelación del estadio sueco fue en 1937 para saltar de 12.000 a 40.000 butacas, aunque esa tarde de junio de 1958 el Rasunda se repletó con 51.800 espectadores expectantes de ver jugar a una promesa del fútbol, el joven brasileño Edson Arantes do Nascimento, Pelé, quien venía de marcar un hat-trick en la semifinal contra Francia (5-2), el mismo marcador con el que el gigante sudamericano vencería a los locales y alcanzaría la primera copa en su historia.
En su momento, Pelé comentó sobre ese partido: "yo tenía sólo 17 años y el rey de Suecia bajó de su trono y llegó a la mitad de la cancha para darme la mano. Todo parecía como un sueño”.
Estadio Olímpico de Múnich, ex Alemania Federal
Mundial 1974
Tras el pitazo final del árbitro, los alemanes estallan de alegría: aquella tarde de julio del ’74 los germanos se coronan campeones del mundo por segunda vez tras derrotar sorpresivamente a Holanda (2-1). Los jugadores gritan, se lanzan al suelo, abrazan al equipo técnico y lloran, pero por alguna razón, Franz Beckenbauer - el Káiser- camina solo por el césped del Estadio Olímpico de su natal Múnich.
Diseñado por el alemán Günther Behnisch e inaugurado en 1972 con motivo de los Juegos Olímpicos de aquel año –evento empañado por el secuestro y asesinato de once atletas israelitas en la villa olímpica-, el recinto de Múnich y sus 69.250 butacas recibieron cinco partidos mundialistas en 1974, incluyendo la derrota brasileña por la definición del tercer lugar y la final anteriormente señalada: un merecido broche de oro para una trilogía de participaciones mundialistas del joven Beckenbauer.
Aquella tarde de julio, mientras el estadio hierve por la euforia de los alemanes, el Káiser –exhausto- camina pensativo por la cancha. Ante la pregunta, responde: "no lo sé explicar. En ese momento me acordé de un sueño”.