- Área: 61 m²
- Año: 2006
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Fotografías:Pascual Gangotena
Él requiere un refugio para llenar sus cuadros con el potente reflejo de la naturaleza; Ella, uno para resumirla en un invernadero. Él es el sustento de su familia, Ella, la pasión, la ternura y la ilusión.
Para Él, un taller que se convierta en un espacio de inspiración y abstracción, una burbuja desde la cual observar la naturaleza y plasmarla en sus cuadros. A su vez este taller se convierte en un pedestal sobre el cual se ubica el invernadero de Ella. En su interior, el invernadero compila una selección de flora y se convierte en un lugar de contemplación de la inmensidad del paisaje.
Dos atmósferas contenidas en membranas de cristal: La correspondiente al taller emerge desde el suelo de piedra y tierra hacia el espacio de vegetación y cielo. La del invernadero se posa sobre el pesado taller y vuela entre nubes y brisa de páramo.
El taller es una burbuja suspendida entre muros de piedra y tierra. La distancia existente entre muros y piso, con respecto a la burbuja, aísla al espacio de toda posibilidad de absorber la humedad del páramo. Además, los primeros rayos de sol calientan un sistema radiador que eleva la temperatura del colchón de aire. Este aire caliente ingresa en el taller volviéndolo confortable. Por la tarde, es la fachada principal la que recoge el calor del sol, almacenándolo en la parte maciza del piso del taller e irradiándolo durante la noche.
La caja superior, en cambio, cumple con su función de invernadero.
Por estar implantado en la zona rural de Machachi, en un predio de difícil acceso, sobre los 3.500 m.s.n.m., lo apropiado fue utilizar en la construcción, la mayor cantidad de material del lugar: tierra, piedra y madera de pino y eucalipto.