- Área: 250 m²
- Año: 2010
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Fotografías:Emmanuel de France, Arnaud Dambrine
El equilibrio entre lo que lo natural o artificial a creado o formado, puede estar irreversiblemente roto. Ciclones, terremotos, sismos, e incendios, últimamente terminaron su trabajo colapsando y quemando todo a su paso. El caos homogéneo y carente de frutos llora y se mueve hacia lo natural y artesanal.
Erradicar con la misma violencia de la naturaleza y el trabajo del hombre, disuelve al mismo tiempo su antinomía: el caos ha pulido sus señales. Si estuvieran en conflicto durante su existencia, el caos llegaría y se ataría con el vacío, natural y artificial.
La fortaleza del caos constante, inexorable e infinito, aparece a través de la horizontalidad de la falla oscura, que representa el punto cero, que es el nivel de referencia. Tanto en el frente de lo natural como en el frente del hombre, todo el jardín nos muestra su fuerte superioridad. Nuestro jardín busca mostrar la superioridad del caos confrontando lo natural y lo artificial.
El caos está diseñado alrededor de una sendero central cuya infinidad está devuelta por el la reflección del espejo. Sin embargo, como una falla, como un vacío, este trozo de tierra devastado es el lugar desconcertante desde donde uno no puede hacer distinción entre los falso y lo genuino.
En el lado izquierdo de este estado de caos, existirán plantas perennes las que se adaptan al sustrato pobre y a condiciones de un ambiente hostil. Estas plantaciones tienen lugar sobre un terreno ligeramente contorneados con formas arqueadas. Las líneas están voluntariamente curvadas en contraste con las líneas rectas del otro sector del jardín.
En el lado derecho del caos, existe un jardín artificial el que simboliza una batalla humana en contra del caos. Esta parte del jardín está estructurada de la misma forma, pareciendo que la parte natural del jardín tuviese una reflección distorsionada.