- Año: 2009
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Fotografías:Miguel de Guzmán
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El edificio ocupa una posición tangencial respecto a la ciudad y forma parte del primer desarrollo urbano que surge al otro lado de la autovía A2. En su origen la NII, que une Madrid y Barcelona, atravesaba el casco urbano de Guadalajara. A medida que se incrementaba la población, el impacto de esta vía, diario y continuado, comenzaba a provocar graves molestias, lo que obligó a construir una carretera de circunvalación (1.959). Con el paso del tiempo, esta carretera se convirtió en autovía y durante más de treinta años constituyó el límite del desarrollo urbanístico de la ciudad. Ahora, esta frontera se ha visto de nuevo superada por crecimientos recientes fundamentalmente terciarios y comerciales– que tras dar el salto sobre este importante viario interurbano han iniciado el proceso de colonización del borde externo de la autovía a lo largo del perímetro sureste.
En paralelo, el Ayuntamiento aprobaba una ordenanza que permitía desarrollar la edificabilidad asignada a estas parcelas en volúmenes de hasta quince plantas sobre rasante, lo que suponía una apuesta firme de la Corporación municipal por estos sectores. A partir de entonces, estos suelos de borde adquieren una extraordinaria relevancia hegemónica como ejes de los nuevos crecimientos y comienzan a ejercer una notable influencia para atraer a las empresas, firmas comerciales y entidades financieras que deseen implantarse en el Corredor. Esta circunstancia provoca un desplazamiento hacia el sur del centro urbano tradicional de Guadalajara y genera una fachada inédita y singular sobre una de las vías de comunicación más importantes del país.
El encargo nace por voluntad de CajaGuadalajara. Esta entidad, consciente de la necesidad de transformar sus algo anticuadas y obsoletas oficinas centrales y renovarlas por instalaciones más acordes con los servicios y prestaciones que requiere el escenario financiero actual, decide trasladarse a una zona de mayor presencia y significado social y construir en este nuevo emplazamiento una sede más moderna y representativa. Para este cometido elige precisamente un solar de uno de los sectores de borde situados al otro lado de la A2.
El edificio, que pretende aunar singularidad, prestaciones tecnológicas de última generación y sostenibilidad medioambiental, se implanta dentro de la parcela en paralelo a la autovía, frente a otra torre de oficinas. Ambas se elevan sobre un zócalo unitario que comparten, y el espacio que las separa se aprovecha para crear una plaza común. Esta plataforma, orientada a mediodía, vincula la actividad cultural de la Caja con una variada dotación de locales comerciales y servicios complementarios ubicados en la misma cota y con acceso desde este ámbito.
La imagen estética del edificio se lee como la de una torre mil-hojas, formada por una cuadrícula de paños apaisados de vidrio, y que una sucesión aleatoria de brise-soleils horizontales protegen y resaltan. Consecuencia y resultado de la fugacidad de la mirada desde la autopista, se pretende que surja como un elemento sin escala y de carácter escultórico, definido tan sólo por las sombras que arrojan las lamas de aluminio, y donde las referencias, tanto de forjados como de elementos estructurales, desaparecen.