En el mundo del comercio minorista, la competencia es feroz. Las marcas se encuentran en busca de distinguir su presencia y desarrollar conexiones íntimas con sus clientes. En medio de la variedad de productos que ofrecen, las marcas consideradas reconocen el valor de crear entornos minoristas inmersivos que se conecten con el núcleo de los sentimientos y deseos de los consumidores. En el diseño minorista, el color se presenta como un instrumento poderoso que brinda a las marcas los medios para articular sus valores, evocar emociones y crear experiencias de compra memorables en la mente de sus clientes. El color transforma los centros comerciales en algo más que espacios para transacciones, posicionando el diseño de interiores estratégico como una herramienta de marketing para atraer y retener clientes.
A un nivel fundamental, los seres humanos utilizan sus sentidos para recopilar información del entorno y asignarle un significado. El color, como una fuerte entrada sensorial, puede evocar diversos sentimientos y asociaciones arraigadas en experiencias culturales y personales. Por ejemplo, el azul puede evocar sentimientos de confianza y fiabilidad, mientras que el rojo puede generar emoción y urgencia. El arte de la teoría del color tiene influencia en diversos ámbitos: en el diseño residencial para orquestar estados de ánimo en diferentes espacios, en hospitales y centros de atención para facilitar la curación, y en el diseño minorista para influir en el comportamiento del consumidor. Las preferencias de las tiendas de un usuario, el tiempo que pasan en ellas y sus preferencias de compra se ven profundamente afectados por la presencia de ciertos colores. Al emplear estratégicamente los colores, los diseñadores pueden moldear el estado de ánimo, las actitudes y las decisiones de compra de los clientes, lo que lo convierte en un aspecto crucial del diseño minorista.
La teoría del color y la psicología del color son pilares esenciales en el diseño minorista, ya que su impacto se extiende a través de las emociones, percepciones y comportamientos del consumidor. Alrededor del 62% al 90% de los consumidores sienten que juzgan subconscientemente un entorno minorista en función de su color en los primeros 90 segundos de ver una tienda. El uso cuidadoso del color puede crear una identidad de marca cohesiva, evocar emociones deseadas, guiar las experiencias del cliente y, en última instancia, impulsar las decisiones de compra, fomentando una conexión más sólida entre la marca y sus clientes. La selección de colores y materiales amplifica las narrativas de marca, evocando sentimientos de aspiración mientras se articula los objetivos de una marca. También ayuda a los clientes a comprender de manera integral la ética de una marca, lo cual es cada vez más importante ya que los clientes esperan transparencia de las marcas. El color tiene el potencial de establecer las primeras impresiones del espacio y la calidad percibida de las ofertas, dando forma al viaje del consumidor desde el primer encuentro hasta la transacción final.
Según Cestrian, una empresa de comunicaciones visuales de marca, "el cerebro humano no fue diseñado para navegar por el entorno minorista. Pero el entorno minorista ha sido cuidadosamente diseñado para navegar por las peculiaridades del cerebro humano". El color tiene el poder de moldear diseños minoristas influyentes de las siguientes maneras:
Establecer Identidad
La marca es el arte de crear una identidad distintiva para una empresa o producto, y el color emerge como un factor vital en este proceso creativo. En el diseño minorista, el color ejerce una influencia notable, estableciendo y fortaleciendo firmemente la esencia de una marca. Los colores tienen la capacidad de evocar emociones, forjar conexiones y transmitir mensajes, lo que los convierte en una herramienta invaluable para dar forma a cómo los consumidores perciben e interactúan con una marca. Una infusión coherente de colores específicos en varios puntos de contacto, como logotipos, interiores de tiendas, empaques o materiales de marketing, crea un puente de reconocimiento visual. La elección de colores únicos y distintivos puede elevar una marca por encima de sus competidores, al tiempo que crea un emblema visual que se graba firmemente en la memoria del consumidor. Cada color tiene un significado. Las marcas aprovechan estratégicamente este aspecto para comunicar su carácter: el verde puede significar amigable con el medio ambiente, mientras que el dorado emana lujo. La elección de colores también se adentra en la demografía y el público objetivo, aprovechando sus preferencias para facilitar una relación sólida.
Guiar los recorridos de los clientes
Guiar los recorridos de los clientes: La narración de historias a través del color lleva la marca un paso más allá al utilizar colores no solo para el reconocimiento, sino también para crear una experiencia de compra inmersiva y transmitir una narrativa emocional. Los colores cultivan esferas emocionales distintas dentro de una tienda, dirigiendo a los ocupantes a través de una variedad de experiencias. El uso de segmentos codificados por colores y estrategias de señalización ayuda a los usuarios a navegar por el espacio, mejorando su experiencia de compra. Una paleta cálida en la entrada puede extender una invitación cordial, mientras que los tonos serenos en la disposición invitan a los visitantes a explorar a su ritmo. Dentro del diseño, los colores dividen diferentes zonas, como exhibiciones de productos, cajas registradoras y áreas de descanso. Al utilizar colores contrastantes o llamativos en áreas específicas, los minoristas pueden llamar la atención sobre secciones clave y crear puntos focales que guíen a los clientes a través de la tienda. Además, los colores utilizados en el frente de la tienda y la entrada son fundamentales para atraer a los transeúntes y atraerlos al interior.
Mejorar el recuerdo de la marca
Mejorar el recuerdo de la marca: En un mundo saturado de estímulos visuales, la aplicación consistente de colores específicos dentro de un entorno minorista cultiva el reconocimiento de la marca. El color amplifica el reconocimiento de la marca en un impresionante 80%. Esto, a su vez, cataliza un aumento en las ventas, ya que la familiaridad con la marca fomenta la confianza del consumidor. La infusión estratégica de color dentro de los espacios comerciales sirve como un dispositivo mnemotécnico, grabando la marca en la memoria subconsciente de los consumidores. La asociación de productos y servicios con colores específicos de la marca moldea silenciosamente los comportamientos de compra, y actúa como desencadenante que evoca la presencia de la marca cuando se la ve en otros lugares. La paleta de colores general y la atmósfera de la tienda influyen en las emociones y recuerdos relacionados con el viaje de compras. Los recuerdos positivos allanan el camino para las visitas repetidas, ya que los clientes anhelan revivir esos momentos agradables.
Capturar la atención
Los colores poseen una capacidad innata para captar la atención, un rasgo que resulta invaluable en el ámbito minorista. Esta característica se convierte en un activo estratégico cuando se dirige la atención hacia productos y ofertas particulares, amplificando en consecuencia el potencial de ventas. Dentro del espectro, el rojo emerge como un color que llama la atención, superando a otros tonos en su impacto visual. Se utiliza eficazmente durante la venta de productos para forjar un sentido de urgencia, promoviendo compras impulsivas. Alternativamente, el azul crea un ambiente tranquilo, fomentando una navegación prolongada dentro de la tienda. Esta atmósfera de ocio fomenta la exploración, asegurando que los compradores encuentren toda la gama de ofertas en el espacio. El empleo del contraste intensifica el poder de manipulación de la atención al crear puntos focales distintos. El contraste de color resalta productos clave, promociones o secciones de la tienda, guiando la mirada y los viajes de los clientes. Las preferencias de color varían entre los diferentes grupos demográficos, lo que los diseñadores deben tener en cuenta: los tonos vivos y atrevidos resuenan más entre los consumidores más jóvenes, mientras que los tonos neutros encuentran favor entre los compradores mayores.
Influir en el comportamiento
Comprender los impactos psicológicos de los colores brinda a los diseñadores un conjunto de herramientas estratégicas para dar forma a experiencias de compra cautivadoras y, en última instancia, cultivar la participación y la lealtad del cliente. Las investigaciones muestran que los colores se pueden utilizar para elevar o disminuir el deseo, influir en el estado de ánimo, calmar a los consumidores e incluso acortar los tiempos de espera percibidos. El uso de tonos cálidos dentro de las zonas de espera manipula la percepción del tiempo de los usuarios: los clientes se sienten más cómodos y permanecen más tiempo, lo que fomenta la exploración antes de realizar una compra. Más allá de esto, los colores influyen en cómo los consumidores perciben el valor y la calidad del producto. Los tonos serenos y neutros insinúan confiabilidad, mientras que los tonos dinámicos y vibrantes atraen innovación y emoción. Estas percepciones matizadas guían intrincadamente a los consumidores a lo largo de sus procesos de compra, coloreando las decisiones que toman.
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