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Arquitectos: Ricardo Azevedo Arquitecto
- Área: 940 m²
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Fotografias:Ivo Tavares Studio
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Proveedores: Ayeme, Glass Media, Hormann, Top Marmi, panoramah!®
“Una casa que se dibujó con el alma de quien la vive”. La Casa de Lavra es el reflejo de la relación que la arquitectura puede crear entre el lugar y el cliente. Ninguna casa es igual a cualquier otra diseñada y, en esta en particular, el arquitecto Ricardo Azevedo descubrió que diseñó el proyecto “entusiastamente en el lugar”. Cuanto más el arquitecto conocía la realidad y las personas, más rápidamente las líneas pasaban del boceto a la ejecución, sin pasar por fases intermedias.
Este método fue posible debido a la relación intrínseca entre el arquitecto y el cliente - “hablábamos el mismo idioma, sin saber por qué” - factor que permitió una libertad total en el proyecto. El arquitecto añade “los mejores resultados suceden cuando alguien confía en lo que vamos a hacer. Es difícil porque proyectar es anticipar el futuro. Aquí tuvimos total libertad, solo el tiempo y el hecho de estar en construcción mientras proyectábamos podrían condicionarnos.” Por supuesto que para que todo sea posible “en algún momento del proceso, siempre hay alguien que apoya mis vuelos arriesgados de formas aparentemente confusas, cuya suma debe ser armónica. Del boceto a la ejecución. De Ricardo Azevedo a Paulo Oliveira.” ̋
El desarrollo del proyecto se basó en la resolución de los problemas que se identificaron al analizar la preexistencia. Una casa de los años 80, con un lenguaje tradicional, arcos alrededor, un pedestal donde se posaba y un jardín a su alrededor. Habitualmente, cuando se piensa en recuperación, se asocia el pensamiento a la historia, sin embargo, existen muchas construcciones sin valor arquitectónico y esta era una de ellas. La relación interior/exterior no estaba presente. “Se sentía una separación de realidades”. Hubo la necesidad de conectar estos dos ambientes, para que se fusionaran y se completaran. El interior se convierte en el exterior y viceversa, tanto en las relaciones permeables y directas del programa, como en la transparencia de los vanos de mayor tamaño. De esta manera, el concepto del proyecto prevalece en esta voluntad de estar simultáneamente dentro y fuera sin identificar sus límites.
El vestíbulo de entrada, la ampliación de la zona de estar y un nuevo volumen social definen los tres paralelepípedos transparentes que se elevan desde la base, sin romper la relación con la naturaleza circundante premeditada. Esta expansión programática se fusionó y reforzó la intención de interconectar el interior y el exterior.
Pensar en la vegetación circundante remite al juego sensorial utilizado a lo largo de los diferentes espacios. A cada uno de ellos le corresponde un ambiente específico, tanto por las especies elegidas como por el carácter que ofrecen. A modo de ejemplo, tenemos el nuevo volumen social que está rodeado de vegetación tropical y un recorrido de mármol granulado, de modo que transmite en el interior de la casa un ambiente distinto.
“Es la casa de un jardinero. Un hombre que pertenece a los árboles, a los cipreses, a los arces, a las brisas del aire. La casa no puede contenerlo. Estos espacios se convirtieron así en una casa sin paredes. El jardín fue un espacio en blanco que el cliente modeló como un escultor modela una piedra en bruto que, una vez tallada, se convierte en diamante.”
En cuanto a la distribución programática de la casa, la estrategia fue unificar y agregar todas las partes del programa de forma jerárquica, las suites surgen con la privacidad y tranquilidad necesaria, mientras que las salas de estar contemplan y se relacionan directamente con el encantador área de la piscina, que se desarrolla en diferentes niveles, con materiales nobles y donde cuenta con una pared que se convierte en cascada, promoviendo el relajante sonido del agua.
En la sala de estar, que se convierte en porche, surge una excepción como telón de fondo. Una escultura de Paulo Neves que, cuando se abre, da paso a un momento de degustación de vinos, un volumen que adopta la materialidad de la puerta escultórica, un volumen orgánico, cuya relación exterior con el recorrido circundante del jardín es sorprendente.
Refiriéndose a la dicotomía de “separación de realidades”, aunque la ubicación cercana de la casa con el mar no existía, hasta entonces, ninguna relación visual con el mismo. Para resolver esta condicionante, se desarrolló una suite elevada con balcón, un segundo piso que descansa sobre la cubierta, haciendo que la casa pueda encontrar la proximidad con la extensión del horizonte. En palabras del arquitecto Ricardo: “A partir de ahora, la casa mira al mar. Estaba cerca, pero sin verlo. Ahora, los barcos que esperan entrar al Puerto de Leixões son el telón de fondo de una pared de vidrio que se abre en el horizonte”.
