En un viaje reciente a Estados Unidos, miré por la ventana del avión al despegar desde Tampa, Florida, y me llamó la atención el perfecto paisaje verde de los suburbios estadounidenses. Secuencias organizadas de árboles que parecían iguales, cubriendo el territorio plano como una alfombra verde. Para algunos, el verde puede parecer un sueño de sostenibilidad integrada al medio ambiente.
Nada podría estar más lejos de la verdad. Los suburbios estadounidenses, basados en el concepto obsoleto de la "ciudad jardín", fueron diseñados para fomentar el automóvil, la vivienda unifamiliar de baja densidad y la zonificación de actividades. Este modelo hace que el transporte activo (a pie o en bicicleta) junto al transporte masivo, que requiere densidad y caminabilidad, sean inviables.
Como sabemos, el estadounidense promedio depende del automóvil para vivir. Este modelo genera una tremenda emisión de contaminantes, además de un mayor consumo de energía, ocupa el territorio natural en proporciones mucho mayores y aumenta el costo de infraestructura per cápita para recorrer estas mayores distancias territoriales.
Los estudios señalan una fuerte correlación negativa entre la densidad demográfica y el consumo energético relacionado con el transporte. No sorprende que cuanto más dispersa es la población en el territorio, mayor es el consumo de energía para mover a las personas de un lado a otro. De esta manera, las ciudades estadounidenses son campeonas mundiales en gasto energético relacionado con el transporte.
En el condado de Hillsborough, donde se encuentra Tampa, solo el 1% de los viajes de casa al trabajo se realizan en transporte público, en comparación con un tercio en las grandes ciudades brasileñas, por ejemplo. En Estados Unidos, este porcentaje es del 5%, con el 76% de los viajes realizados no solo en automóvil, sino como conductor individual. El paisaje desde la ventana del avión, ya sea en los suburbios de Florida o Carolina del Sur, parecía idéntico.
La búsqueda de restricciones de densidad conlleva enormes costos urbanos y ambientales y no debería ser un fin en sí mismo, dado que la opción de vivir en baja densidad siempre estará disponible a medida que nos alejamos de los centros urbanos.
En el estudio "Densidad, dispersión y forma urbana: Dimensiones y límites de la sustentabilidad habitacional", los investigadores Geovany Jessé Alexandre da Silva, Samira Elias Silva y Carlos Alejandro Nome buscaron comparar el costo de infraestructura entre modelos de ocupación unifamiliar y multifamiliar, evidenciando la disolución de costos de infraestructura cuando se comparte entre un mayor número de habitantes.
Lo que necesitamos es garantizar la infraestructura de áreas de mayor densidad, una estrategia que tiene un costo per cápita mucho más eficiente.
Vía Caos Planejado.