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Arquitectos: LOFTSPACE, Tiago Sousa
- Área: 900 m²
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Fotografias:Ivo Tavares Studio
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El mercado es un punto de intercambio, compra y venta, un punto de encuentro, o incluso, hoy en día, un punto de interés cultural. En estas polivalencias de funciones y definiciones, se concluye que el mercado, cuando es funcional, es un punto de referencia en un lugar. Así es, en la importancia de la función, forma o escala que se dibuja y construye el espacio urbano. El mercado de Caminha actual no se integra en el sitio ni se destaca por su función.
Se presenta como una construcción adulterada por el tiempo y la necesidad. Se muestra provisional, buscando responder a las necesidades de su función de mercado. Con problemas estructurales, de teorización y desgaste de los revestimientos, con soluciones provisionales para el desgaste de la cobertura, surgen problemas en el cumplimiento del programa, en el cumplimiento de las accesibilidades, en el cumplimiento de normativas de higiene, seguridad, seguridad contra incendios o en el cumplimiento del uso.
Es un edificio que exige mantenimiento constante en el intento de corregir los problemas que surgen del rigor de las estaciones y del tiempo. En estas condiciones, consideramos que la demolición parcial del edificio, manteniendo las fundaciones, será la opción más económica y viable. El nuevo mercado surge del análisis del sitio y de la función. Se inserta en el lugar con un diálogo fuerte con el paisaje natural, urbano, pero nunca descuidando la importancia de los flujos existentes de la villa. El sitio, Plaza Pontaut Combault, retrata un vacío urbano, con distintas confrontaciones: malla urbana al este, vacío de la feria al sur y la margen del río Minho al oeste.
Pretendemos que el edificio propuesto se relacione a través de la implantación, de la forma o de la organización programática. El interés del público es captado por su forma homogénea, racional y serena, así como por la materialización del color y la luz. Con una volumetría paralelepipedal, de líneas rectas, el volumen aparece envuelto por una estructura rígida de pilares, componiendo así, una galería exterior de “protección” para los usuarios. Toda esta rigidez representa para nosotros la fuerza que un edificio público debe tener en la malla, que, a su vez, es quebrada por el movimiento creado por los juegos de claro/oscuro y luz/sombra. Este movimiento nos proporciona diferentes perspectivas del volumen durante todo el día.
Todo el volumen es de hormigón. Resistente, con carácter de “fuerza”, funcional o “frío” se contrapone al revestimiento en piedra molianos, de color amarillo, noble y “cálido” de la base. Así, a la escala del hombre y de los materiales que el proyecto acoge, se encuentra la nobleza y referencia de una villa tan pintoresca como Caminha. En la unión de la forma, función, escala y materialización conciliamos un conjunto de premisas de relaciones con el entorno y con el individuo. No volvemos la espalda a la marginal, nos preocupamos por la relación de la feria y aseguramos que la entrada sea dirigida hacia la villa, conforme a la existente. Concluimos que la zona más técnica debe relacionarse con una nueva plaza creada al norte, plaza que libera el mercado del edificio vecino, al mismo tiempo que abre el horizonte a equipamientos existentes en la malla urbana. Frente a la actual inexistencia de esta relación interior-exterior, de la relación del volumen con el entorno, proyectamos un volumen simple con planos transparentes que invitan al usuario a entrar o, cuando está dentro, a disfrutar de la vista.
Es a escala del hombre, a la cota térrea que los elementos transparentes permiten vislumbrar desde el exterior la función y la vida en el interior del volumen. Son estos momentos que proyectan iluminación natural en el interior y crean relaciones visuales con las dos realidades circundantes, a saber, la Villa y la margen del río Minho. El interior del edificio está revestido con pintura epóxi lavable e impermeable hasta la altura de las aberturas (dos metros y medio) en todas las paredes interiores, permitiendo una higienización eficaz. Esta línea visual establecida por el intercambio de materiales está patente en toda la volumetría, tanto por el exterior como por el interior, creando de esta forma una sensación de elegancia y ligereza.
El espacio interior se organiza en tres secciones: una al sur con tiendas de acceso exterior e interior e instalaciones sanitarias, una zona pública central – mercado de pescado y frutas – y una zona técnica y restringida al norte. La sección al norte, técnica, está compuesta por vestuarios, zona de cámaras frigoríficas (individuales), espacio administrativo y un espacio exterior para basura. Este último, separado físicamente de los restantes, es accesible por un recorrido autónomo. Es un acto aislado de todos los momentos de carga y descarga o accesos al edificio.
El espacio de personal crea la bisagra entre público y privado. Los vestuarios, así como las cámaras frigoríficas, tienen recorridos y salidas autónomas, sin ningún cruce con la circulación del público en general. La administración está relacionada con el espacio de venta. Al sur, la fachada está compuesta por cuatro espacios comerciales, autónomos, pero todos con acceso directo al interior del mercado y a las instalaciones sanitarias comunes. Aquí, existe la posibilidad de cerrar el acceso de los espacios comerciales al mercado según los horarios de cada uno.
The central space, the market, is the space and use that dignifies the volume. A large space, with high ceilings and a “monumental” scale, it is deeply bathed in natural light and views from the transparent planes of the elevations. This is where the program’s primary act unfolds. It is the meeting point for users. When flooded with natural light, varied by the position of the sun throughout the day, an emotional and dynamic staging is created that is typical of the image and experience of a market.