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Arquitectos: Coonvite
- Área: 1500 m²
- Año: 2023
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Fotografías:Puente Consultorías

Descripción enviada por el equipo del proyecto. En la Amazonía colombiana, a cuarenta y cinco minutos de Florencia, Caquetá, se encuentra el municipio de San José del Fragua, un paisaje de exuberante biodiversidad, abundantes fuentes de agua y verdes vibrantes. Una escenografía que caracteriza el trópico, donde las ambigüedades afloran. Esta zona de Colombia es un punto neurálgico en el conflicto armado entre organizaciones guerrilleras, narcotráfico, paramilitares y fuerzas armadas del Estado: la vida y la guerra en su máxima expresión.

En el año 2016 se fijó el Acuerdo de Paz con el grupo guerrillero más grande de Colombia, esto trajo un tejido de cooperación para construir socialmente los significados y símbolos de la memoria, reparación y convivencia, casi que el mundo se volcó a donde ni siquiera el Estado colombiano había llegado, o solo había llegado con indiferencia que es uno de los formatos de la violencia más recurrente en la diversidad geográfica del país.

El noventa por ciento de la comunidad de San José del Fragua, es víctima de la guerra, una comunidad que vive y hace parte del ecosistema que tienen el veinticinco por ciento de la biodiversidad del planeta. Estas condiciones hacen que todo el proceso sea la reflexión y exploración del significado de reconciliación con la vida.

El Bosque de la Memoria hace parte de esas cooperaciones que llegaron con el acuerdo de paz: En un primer momento con el gobierno de Los Estados Unidos donde se siembran todos los árboles que ahora configuran el bosque. Luego la Agencia de la GIZ (Sociedad Alemana de Cooperación Internacional) Colombia, estableciendo un proceso social de construcción de lenguaje y símbolos de memoria y prospectiva a lo largo de cuatro años. Este proceso gestó la posibilidad de hacer un Bosque Museo de la Memoria, como custodio de la historia, laboratorio para la convivencia y lugar de encuentro. Después de todo el proceso de concertación, el reto arquitectónico consistió en un ejercicio técnico de interpretación y creatividad espacial y material que representara este proceso de reconciliación.

Arquitectura de piedra y árboles. El proyecto tenía un área de intervención en su fase inicial de 1 500 m², siendo un prototipo vivo que marca el camino para el desarrollo futuro en sus 4 000 m² restantes. La mano de obra local era escasa, debido a que en la zona la construcción no es un fuerte de la economía, los materiales de construcción también eran escasos y costosos.

La arquitectura del Bosque de la Memoria utiliza materiales naturales y locales, no solo como un acto de sostenibilidad, sino como una forma de fortalecer el vínculo con el territorio y simbolizar la continuidad del proceso de reconciliación entre el respeto por el pasado y la aspiración de un futuro compartido.
Entre recorrido y diálogos en territorio encontramos piedras de canto rodado por borbotones, cúmulos y cúmulos de muchos tamaños. El uso de la piedra para hacer cimientos, fundaciones y delimitar senderos. Es un material sin mucho significado para los colonos, pero para los indígenas que establecen una visión ecosistémica más compleja, las piedras de canto rodado son abuelitas del territorio. La primera posición arquitectónica fue experimentar con piedras.

Las piedras son la memoria retrospectiva: Las piedras hacen parte del paisaje hídrico de la zona, las piedras de canto rodado abundan como materia fundamental del equilibrio ecosistémico, le dan forma al agua y el agua las corroe en una relación reciproca y armoniosa. Las piedras bajan de la montaña dando tumbos y a punta del roce con otras piedras se fracturan, se hacen más pequeñas, se sedimentan, van tomando forma con el tiempo, curiosamente nunca crecen siempre están haciéndose más pequeñas.

Los árboles son la memoria en prospectiva: El bosque hace parte de la joven historia del Acuerdo de Paz, es un bosque joven, gracias a las bondades climatológicas del trópico, crece a un ritmo fascinante. Ya con casi diez años está consolidado como hogar de pájaros, reptiles, anfibios e insectos, también de la comunidad de estudiantes del colegio Don Quijote.
Los árboles simbolizan la proyección que llegó con el acuerdo de paz, poder pensar en el futuro en un cambio radical de visión que trasciende el sobrevivir por el buen vivir. Como símbolo exige el cuidado y mantenimiento, esta fue la segunda posición arquitectónica, hacerle mantenimiento al bosque, limpiar y sembrar más.

La arquitectura se desarrolló explorando las relaciones geométricas, constructivas y atmosféricas entre las piedras y los árboles, donde surgen la sombra y la luz, entornos porosos que favorece la aparición de musgo, líquenes y otras formas de vida que benefician la biodiversidad, pero lo más relevante: la posibilidad que el protagonista del proceso sea el tiempo como materia prima del Proceso de Paz.

Características arquitectónicas: Piedras de canto rodado, algunas un poco más grandes o más pequeñas, hasta la piedra molida y transformada en cemento. Con estos se desarrolla el sistema de dispositivos arquitectónicos, un Sendero, dos Ágoras, un Espacio de Escucha, quince Huellas de Memoria. La transformación de la materia en material representó un paso significativo en el proyecto. Se llevó a cabo la conversión de la piedra en concreto, empleándolo en dos estructurantes:


Huellas de 90 cm de diámetro, cada una marcada con fechas significativas. Estas fechas fueron seleccionadas en diálogo con la Mesa de Víctimas, la comunidad del colegio y el colectivo en general del Bosque, abarcando momentos clave en la historia del conflicto y del Acuerdo de Paz.


Memorial, compuesto por 48 pares de botas macizas, vaciadas en concreto, cada una con su simbolismo único. En un proceso participativo, se vertió cemento en las botas, utilizándolas como molde. Una vez desmoldadas, las botas de concreto se integraron en el paisaje como elemento simbólico del Bosque: es la primera obra colectiva del museo y es elemento estructurante de la arquitectura del paisaje del proyecto.


El recorrido remata con un Espacio de Escucha con un área de 32m2, compuesto por dos cuadrados, girados 45° con respecto a un mismo eje. El primero de los cuadrados es la losa de piso, con las puntas redondeadas. El segundo, la cubierta a cuatro aguas levantadas sobre columnas de sección circular. Se configura un espacio abierto equipado con tablero, biblioteca y bancas de madera.

Se configura así un sistema de micro-proyectos de arquitectura hecha con piedra: topográfica, acústica, porosa y táctil. El espacio enmarcado por el ritmo vertical de los árboles y las sombras según el momento del día, atmósferas húmedas y atemporales.

Nota: La concepción y construcción del Bosque de la Memoria fue proceso participativo, donde la arquitectura estuvo como medio para construir símbolos materiales o re-significar valores del paisaje local que sean acordes y oportunos a la discusión colectiva. Donde la generosidad del conocimiento disciplinar, logra plantear una representación espacial a un proceso cargado de las peores y las mejores versiones de la sociedad colombiana.
