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Arquitectos: CARREÑO SARTORI Arquitectos; Carreño Sartori Arquitectos
- Área: 115 m²
- Año: 2009
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Fotografías:Marcos Mendizabal
Descripción enviada por el equipo del proyecto. En 1925 se funda el Zoológico Nacional. Esta condición histórica conlleva un cuestionamiento de cierta complejidad: las dificultades de espacio para los animales se contraponen a la virtud en su emplazamiento -inmediato a la ciudad, en una ladera de fuerte carácter natural y con una vista abierta de Santiago-. La política que se ha tomado ha sido mejorar las condiciones generales del Zoológico, desarrollando distintos proyectos en infraestructura y gestión.
Pensamos que la relación de tiempo y lugar ha configurado una suerte de organismo, ordenado por un camino central que funciona como pieza mayor, sobre el cual se han ido montando una serie de construcciones y miradores que conforman el paseo del jardín zoológico. La condición tridimensional del cerro determina una gran complejidad para el conjunto, generando una serie de descalces entre las partes.
Desde esa condición de descalce hemos entendido la serie de proyectos que se nos ha encargado, instalando un conjunto de intervenciones que, a la manera de las prótesis, activan nuevos recorridos y lugares latentes.
La Sala de Crianza consiste en un edificio donde se criarán mamíferos -en el nivel inferior- y anfibios de bosque templado -en el nivel superior-. Las temperaturas de cada recinto, cinco en total, deben ser controladas y distintas. Se requería ocupar todo el espacio disponible.
Una esquina tridimensional de la ladera –como hemos entendido al lugar- es asumida por un edificio-torre inserto en un sitio intersticial muy pequeño. El diseño y el proceso constructivo se piensan sin tocar los muros de piedra existentes, una forma envolvente que construye dos caras de un vacío que da al recorrido de los visitantes.
Este vacío vertical parte en un suelo a 0.00m abierto al sur y concluye en otro a 5.40m abierto al oriente. Actualmente hay una demora de un minuto en el recorrido rampante entre ambos suelos, a esto se agrega una escalera interna de servicio, generando un sistema. Una vez arriba, se ve por donde se ha llegado y se mira a Santiago. El volumen posible del encargo obturaba completamente esta vista.
La idea ha sido conservar un lugar abierto, por lo que el edifico lo despeja fundándose en un zócalo enterrado y avanzando -desde la torre estructural- hacia el sur arriba y al oriente abajo, manteniendo la larga vista de la ladera, el camino y la ciudad.
El espesor de la aislación se muestra en los perfiles de la estructura y la capa de maderas espaciadas da sombra y ventila el cuerpo del edificio, que finalmente será cubierto por plantas.