El Edificio Javier Alzamora Valdez (proyectado como Ministerio de Educación) fue diseñado y construido por el reconocido arquitecto peruano Enrique Seoane Ros entre 1951 y 1956. Considerado el edificio más alto de Lima hasta la construcción del Centro Cívico en 1974, se mantiene hoy como uno de los íconos más importantes de la arquitectura moderna en el Perú.
En este proyecto, Seoane logra conjugar satisfactoriamente el estilo clasicista y el estilo moderno, en un esfuerzo que le demandó la realización de innumerables anteproyectos hasta convencer al presidente Manuel Odría, quien sostenía como criterio que la verticalidad de los edificios era masculina y los volúmenes horizontales eran femeninos.
Con una torre central de 21 pisos estructurada en acero (un sistema constructivo novedoso para la época) y dos torres de 12 pisos cada una en concreto armado, el volumen maneja una escala urbana que, con su forma curva, remarca el ingreso de la concurrida avenida Abancay. Esta intención formal responde al planteamiento de una plaza circular que resultaría de la construcción de un edificio inversamente simétrico: un proyecto del que solo se pudo concretar el sótano y en el que tiempo después se asentaría informalmente el centro comercial “El Hueco", como paradoja de la no concretada planificación moderna de Lima.
El interior del edificio resalta por el hall principal de doble altura en el que las columnas, siguiendo la forma curva de la fachada, generan una perspectiva que guía visualmente a los visitantes hacia los ambientes laterales de atención al público. Como parte del espíritu de integración artística característico de la época, estos ambientes se complementan con pinturas murales de renombrados artistas peruanos como Teodoro Núñez Ureta, Carlos Quispez Asín, Juan Manuel Ugarte Eléspuru, Enrique Camino Brent, entre otros.
La expresión moderna del edificio se complementa con la decoración de inspiración tradicional, característica de la obra de Seoane Ros. La cerámica decorada con motivos basados en culturas preincaicas es utilizada para adornar las fachadas de los volúmenes de menor altura, resaltando como elementos pensados para la escala peatonal. Estos detalles fueron cuestionados en la época por atentar contra las premisas de una incipiente modernidad, las cuales promulgaban la negación del ornamento que no se sustente en un rígido carácter funcional. Sin embargo, hoy en día este proyecto es reconocido por adoptar elementos que configuran un carácter de identidad en la arquitectura peruana, en su búsqueda permanente por hallar un lenguaje nacional.
Referencias:
Bentín Diez Canseco, J. (1989). Enrique Seoane Ros. Una búsqueda de raíces peruanas. Instituto de Investigación de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Ingeniería, Lima.