En una reciente entrevista publicada en el diario chileno La Segunda, Smiljan Radic nos habla de su arquitectura, su conexión croata y la arquitectura chilena. A pesar del reconocimiento y éxito, realmente valora que lo que hace pase lo más desapercibido posible.
El reconocimiento y la identificación de las personas con las obras y sus autores son muy buenos para un primer momento, pero cuando ese atractivo se pasa de vueltas y se convierte en un espectáculo, cansa. Tiene vida corta. Se consume rápido.
Tras el popular artículo "La generación dorada de la arquitectura chilena" publicado en la revista chilena CAPITAL, se destacó a Radic junto a Alejandro Aravena, Sebastián Irarrázaval, Mathias Klotz y Cecilia Puga. No obstante, él no se considera parte de esta "generación dorada", y dice que "no existe detrás de ellos un relato congruente (pues) el único elemento que tienen en común es que estudiaron en la UC (Universidad Católica)". Radic atribuye este "fenómeno" de la arquitectura chilena a un momento clave: la vuelta a la democracia y un crecimiento económico anual del 7%, lo que les permitió recibir encargos desde que eran relativamente jóvenes. Además, a esto se sumó la explosión de nuevos medios en internet, que permitieron que sus trabajos se conocieran a nivel global.
Por todo eso, insisto: lo que ha pasado se debe a coincidencias, no a una política estructurada. Esto no es el plan de nadie. Nadie lo pensó; pasó no más.
Destaca cómo Aravena, Irrarázaval, Klotz, Puga y él mismo hacen cosas completamente distintas.
Quizás, ésa sea nuestra mayor gracia, que somos diversos. (...) que siendo relativamente pocos, abarquemos distintas áreas.
Hablando desde su experiencia comenta que hacer edificios en Chile es fácil, pero que mantenerlos de manera adecuada es complicado.
Esto lo ves en los museos. No vale la pena hacer nuevos. Hay que intensificar el uso de los existentes, dotarlos de aire acondicionado, sistemas de seguridad y conservación para poder traer exposiciones de afuera, lo que hoy no se puede porque los museos no cumplen con las condiciones mínimas.
Algo que podemos ver claramente reflejado en su trabajo en la ampliación y remodelación del Museo Precolombino y ahora en el recientemente inaugurado centro de artes escénicas NAVE.