Los límites extensivos de las ciudades metropolitanas contemporáneas, fruto de su propio crecimiento, evidencian a la justicia espacial -en conjunto a la justicia ambiental y distributiva- como un derecho necesario de abordar. Las distancias espaciales, en conjunto a las políticas públicas en relación a lo urbano y a las necesidades de sus habitantes, incitan a que la producción urbana y las respuestas a las problemáticas no aseguren las condiciones para que el desarrollo del encuentro y de la comunidad sea dado, a menos que exista la iniciativa propia para realizarse.
En este sentido, la propuesta del Centro Misionero Pere Riera por Proyecto Habitar -utilizando un proceso alternativo de diseño para hacer frente a necesidades reales y favorecer el desarrollo de las cualidades de lo común- entrega una forma distinta de abordar la generación de la ciudad.
Proyecto Habitar es un equipo integrado por profesionales de disciplinas referentes al hábitat. Tiene como objetivo principal aportar a la producción de la ciudad, propiciando la igualdad social y espacial. Trabaja desde el año 2010 realizando proyectos urbanos y arquitectónicos, articulando con organizaciones sociales, movimientos políticos, instituciones estatales y organizaciones no gubernamentales, de manera colectiva, intersectorial e integrando otros saberes.
Descripción por los arquitectos. El Centro Misionero Pere Riera es un espacio comunitario de escala barrial ubicado frente a una plaza pública en la periferia del Área Metropolitana de Buenos Aires. Este espacio es sede de la Fundación Concordia, organización vecinal con la que Proyecto Habitar (PH) trabaja desde 2011 en el barrio Un Techo Para Todos (UTPT). La obra es parte del proceso de trabajo de PH junto a la organización social, en el que además se realizaron proyectos arquitectónicos cuyos programas se construyeron en consultas y talleres con activa participación de los pobladores. De ese modo, se produjeron diversos proyectos para los espacios públicos y las viviendas.
El barrio UTPT está ubicado en el Municipio de la Matanza, en Ciudad Evita, a 20 km del centro de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La accesibilidad relativa a vías como la Autopista Dellepiane, que permite ir al centro o al Aeropuerto internacional de Ezeiza en quince minutos, se encuentra disminuida por las calles de tierra que componen el barrio, y el mal estado de los quinientos metros que lo separan de Ciudad Evita y de la Ruta 21. El centro forma parte del proceso histórico del barrio, es un espacio de referencia para la comunidad. La obra proyectada y construida expresa la voluntad de trascender y contrarrestar la injusticia espacial, propicia espacios para el encuentro en un contexto de desigualdad urbana.
En el centro barrial se desarrollan múltiples actividades, capacitación en oficios, apoyo escolar, talleres que abordan las problemática de género, acciones vinculadas a la organización barrial y también de culto. Para que varias de ellas puedan realizarse en simultáneo, el proyecto se organiza en torno a una nave central que oficia de espacio catalizador y multipropósito, a ambos lados espacios de menor escala contienen actividades de mayor especificidad técnica. La nave genera una franca comunicación entre el patio interior ubicado en el contra frente y el acceso, espacio que se brinda francamente a la plaza pública que se halla al otro lado de la calle.
El proyecto propone una secuencia espacial que va promoviendo mayores niveles de apropiación en la medida que se especializan las funciones; en el sector central del volumen prismático se incorpora una bandeja donde se realizan proyecciones, esta bandeja desdobla la altura del ingreso y propone una lectura relacional del espacio sin muros fijos, recuperando la idea de “rincones de trabajo” tan fácil de comprender por los niños.
En cuanto a su materialidad, los muros de cerramiento son bloques de hormigón de 10 cm, carpinterías de aluminio y cubierta combinada de chapa de zinc y losa de hormigón armado. La propuesta constructiva recupera el uso de materiales ampliamente frecuentados por la comunidad incorporando aspectos técnicos y espaciales que tiene como propósito facilitar el mantenimiento, la construcción, la iluminación y la flexibilidad del espacio.
La obra propone diversidad de situaciones en la configuración de sus límites, en ocasiones tamizando la luz, a veces con permeabilidad absoluta, y en otras cerrando sus bordes plenamente. Estas disposiciones que surgen de las calidades espaciales pretendidas, son también una forma de mostrar diversidad de resolución con materiales constructivamente sencillos y relativamente económicos, de manera de operar también como posible instrumento de enseñanza en los talleres de hábitat barriales. El mismo criterio se utiliza al disponer las instalaciones de manera exterior, simplificando la obra, adecuándose a la discontinuidad en el flujo de fondos y posibilitando también reparaciones económicas.
La propuesta persigue evidenciar y poner en valor el proyecto arquitectónico como un aporte disciplinar a la transformación espacial en un proceso, propiciando relaciones socialmente más valiosas. Tomando la necesidad como un disparador para proyectar, y resolviendo con creatividad la planificación, gestión y producción de la obra. Las acciones que se realizan para revertir la desigualdad urbana, no constituyen una disputa en igualdad de condiciones, amable, o que se resuelva dentro de la lógica de la racionalidad académica. Se trata de un trabajo cotidiano de articulación política, que requiere la máxima unidad posible de los que sufren esa desigualdad.
Arquitectos: PH / Eugenia Jaime, Julián Salvarredy
Colaboradores: PH / Clara Zuñiga, Ricardo De Francesco
Ubicación: Las Magnolias y Ombú, Barrio un Techo para Todos, La Matanza
Fecha finalización: noviembre 2015
Superficie total: 254 m2
Fotografías: PH / Miguel Caamaño