La esquina de Santo Domingo con Teatinos, en el centro de Santiago, está cambiando y harto. De las manos del muralista chileno radicado en Nueva York, Dasic Fernández, este lugar dejó atrás el gris a cambio de un colorido mural que llama la atención de quien pase por ahí.
Esta obra es la más reciente del artista, quien vino a realizarla gracias a las gestiones de la Galería Lira como parte de la futura cuarta Plaza de Bolsillo de Santiago. Este es un proyecto impulsado por la Intendencia Metropolitana, el Gobierno Regional Metropolitano y el Ministerio de Obras Públicas que está recuperando terrenos en desuso para abrirlos como nuevos espacios públicos y que acaba de ser reconocido con el Premio Nacional de Innovación, Avonni, en la categoría Mejor Ciudad.
Durante su visita, Dasic contó a Plataforma Urbana que se basó en una estrofa de la canción “Luchín” de Víctor Jara que dice “si hay niños como Luchín, que comen tierra y gusanos, abramos todas las jaulas pa’ que vuelen como pájaros”.
Al respecto, enfatiza en el último verso que describe como “un llamado a la acción”, y sobre el que nos dice que: “Ese oyente, que para mí sería el encapuchado o el personaje que está en el muro, está diciendo hazte cargo, observa a los niños, cuida su vuelo, ábreles las jaulas, tú hazte cargo de que esté todo bien para que ellos puedan volar tranquilos, puedan jugar, puedan reírse, puedan ser felices. Y eso es lo que está en el muro, una niña que está volando porque para mí es como un pajarito y este persona que está abajo, con toda su magnitud, está solo ahí por si acaso, por si baja en su vuelo, observándola y admirándola llena de colores y siendo feliz. Para mí esa parte de la obra es solamente felicidad, juego, goce, eso es”.
Abajo les dejamos la entrevista completa que le hicimos a Dasic en la que nos compartió su visión del arte urbano.
1. ¿Cuál crees que es la importancia del arte en el espacio público?
Puede ser tan intrascendente como lo más importante que te ha pasado en la vida el hecho de ver una pintura en un muro, como me pasó a mi. Yo creo que lo más importante que me pasó en la vida fue haber visto murales cuando era chico, ya sea de amigos de mi papá, o en la Villa Francia, porque la familia de mi papá vivía por ahí cerca. Entonces, puede ser tan irrelevante como lo más transcendente que te puede haber pasado.
El potencial que tiene una imagen en el espacio público es tremendo y eso lo sabe bien la publicidad y por eso que se explota tanto el tema de la publicidad en la calle. El arte tiene el mismo potencial y aún mayor porque no viene a vender nada, no viene a tratar de transar algo, sino que es una propuesta que el observador la puede absorber dependiendo de la carga de su historia personal. El arte tiene tanto potencial que es probado y otro potencial que viene del tema de los sentimientos en cuanto a cómo te puede afectar de manera positiva o negativa. El arte creo que siempre trata de afectar de una manera positiva, trata de ser siempre un aporte. Lo que puede te ocurrir después de haber absorbido ese mensaje no tiene límites, entonces creo que es demasiado importante el arte en la calle.
2. ¿Qué impacto genera el arte urbano en la ciudad y en sus habitantes?
No hay manera de controlar o cuantificar el impacto. Se podrían hacer encuestas, pero no creo que sería muy práctico. La intención siempre está en que inspire y produzca cosas buenas en el ser humano, en el observador.
3. ¿Crees que el arte urbano es valorado en Chile?
La mejor manera de respetar a un artista es remunerándolo de buena manera para que tenga las condiciones para desarrollar su trabajo, por lo que si lo vemos desde ese punto de vista, no está para nada valorado. Eso sí, la gente que hace arte urbano en Chile es muy esforzada y logra armar proyectos, reunir fondos de distintas instancias y organizaciones, pero que sea valorado y que digan ‘ya, vamos a generar estas instancias para el arte urbano’ o ‘vamos a abrir un museo de arte urbano’, no existe.
4. ¿Cuáles crees son las principales diferencias entre exponer en una galería privada y en el espacio público?
Son totalmente distintas, son mundos distintos. El espacio público tiene el elemento efímero que no se sabe lo que va a pasar con la persona que lo ve porque como está expuesto a demasiadas personas todos los días, sobre todo si es en un espacio concurrido, no hay un control de lo que pueda pasar con la obra de esa manera. Tampoco hay un control de la obra física porque puede ser deteriorada, se puede caer un muro, pueden botar el edificio para construir otro, puede venir alguien y censurarlo, es fácil censurarlo, en fin.
En cambio, para mí, la galería suple la necesidad de que la obra se mantenga, que dure para siempre. También que de cierta manera la gente se pueda llevar este estilo y esta obra para la casa. Son mundos totalmente distintos.
Ahora, en el caso del arte urbano, creo que uno lleva al otro. El hecho de trabajar en la calle no es la academia la que te ratifica, sino que es el público, el que dice ‘sí, me gusta este artista o no, no me gusta’, entonces, una vez que ya está ratificado el artista por la opinión pública, por así decirlo, te vuelves una persona un poco más interesante para una galería para poder hacer arte, para los coleccionistas en el fondo.
5. ¿Qué buscas entregarle a la ciudad a través de tu obra?
Me gusta mucho que la obra sea estética, entonces agrada cuando te dicen ‘qué bonito’ o cosas así, como ese tipo de piropos que son súper irrelevantes. Lo que sí me mueve y siento es cuando me dicen que la obra inspira. Si logro inspirar a un niño, la pega ya está hecha con el mural. Es más que suficiente inspirar a un niño, un joven, un adulto, lo que sea. Entonces, lo que busco es eso, inspirar, impulsar a que algo pase, a que algo se mueva en alguien.
6. ¿Qué factores crees que influyen en la permanencia de una obra en el espacio público?
¡Hay muchos! Si decides hacerla de manera ilegal, puede llegar la policía y no la puedes terminar. Si estás pintando, llueve y mañana tienes que viajar, la obra queda hasta la mitad. Si el dueño del edificio lo vende para que hagan otro. O, en este caso -en referencia al mural de Sto. Domingo con Teatinos-, no sabemos cómo el sol le va a afectar, en fin.
No hay un control, lo que lo hace más interesante. Es una propuesta, un acto de amor, de desprenderse, de dejar una obra que requiere un montón de trabajo y dejarla ahí, en la calle, en el fondo expuesta. Es parte del valor agregado que le da a la obra. Por ejemplo, a mí me gusta mucho trabajar con colores fluorescentes que pueden durar un mes y me gusta que ‘se vaya’ porque gráfica el paso del tiempo, porque como no sabemos cuánto va a durar, así puedo tener un poco de control.
Para conocer más sobre el trabajo de Dasic puedes ingresar a su página web y seguirlo en Instagram y Facebook.
