Para cerrar con broche de oro, una mención especial al arquitecto peruano Frederick Cooper, quién fue premiado en Londres a principios de la semana pasada. Es el primer arquitecto latinoamericano en ser nombrado miembro honorario del Royal Institute of British Architects (RIBA), una de las entidades gremiales más importante del mundo en esta disciplina.
Es una distinción no tanto por mis méritos de diseñador arquitectónico, sino por una pluralidad de actividades como la docencia, la difusión y otras cosas –explica él–. Y alguien allá habrá pensado que la merezco.
Este reconocimiento es gracias a la actividad intensa de Cooper en torno a varias esferas de la arquitectura: Desde sus tantos proyectos arquitectónicos hasta otras facetas relacionadas directa o indirectamente.
Su incansable búsqueda y curiosidad lo han llevado a desempeñarse como promotor, investigador y crítico de la arquitectura desde 1967. En el Perú, fue director de la sección Inmobiliaria y Construcción en el Diario El Comercio en 1992, para el cual continúa realizando eventuales colaboraciones; además fue columnista en el Diario La República. En el extranjero, ha pertenecido a la revista “Architectural Design” así como fue colaborador del diario El País de España. Desde 1995 hasta la fecha, es fundador y Director de Arkinka, difundida revista peruana de Arquitectura, Diseño y Construcción. Hoy es miembro del Comité Internacional de Críticos de Arquitectura-CICA, que reúne a críticos, teóricos e historiadores de todo el mundo.
Como docente ha desarrollado su vocación para enseñar en reconocidas universidades del país estrechando sólidos puentes entre la arquitectura y otras disciplinas. Desde 1966, ejerce la docencia en las áreas de Historia de la Arquitectura y Diseño Arquitectónico en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Ingeniería, donde estudió y actualmente es profesor principal. Asimismo, desde el 2002 enseña Historia y Teoría de la Arquitectura en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Pontificia Universidad Católica del Perú, de la cual fue fundador y primer decano. Parte de su propuesta educativa, han sido y son las innumerables charlas y conferencias magistrales junto a arquitectos de renombre organizadas en torno a temas de actualidad.
Sus proyectos de arquitectura que han aportado a la mejora de calidad de vida en el país han sido elaborados como socio principal de la firma Cooper-Graña-Nicolini Arquitectos (hoy CGGMS SAC arquitectos), desde 1966 a la fecha son más de 450 proyectos realizados. En 1983 fue ganador del Hexágono de Oro por el edificio de la Sucursal del Banco Agrario del Perú en Cusco, y en el 2000 ganó el Hexágono de Plata en la IX Bienal Nacional de Arquitectura y Urbanismo por el Colegio San Pedro en el distrito de La Molina.
Uno de los mayores aportes de su trabajo es que ayuda a revalorar nuestro pasado y legado arquitectónico. El galardonado arquitecto precisa que gracias a las magníficas obras que realizaron nuestros antepasados, hoy podemos conocer cómo se desarrollaron, vivieron y cuáles fueron sus principales formas de expresión política, religiosa, cultural, entre otras. Para Cooper, la arquitectura es un arte que trasciende la mera utilidad estética. Cada construcción nos habla y da luces de cómo vivió y se desarrolló el hombre en un determinado tiempo y época. Y así como está muy arraigado al Perú, también busca contribuir al progreso y la modernidad.
Cree en la curiosidad y la imaginación como una condición fundamental de quien desarrolla esta profesión, así como en “poblar la memoria” al proveernos de un imaginario basado en la vida, los viajes, la historia. Esto se aprecia en la enriquecedora arquitectura de su vida.
“Siempre tuve una debilidad por las humanidades”, dijo una vez en una de sus clases de Historia de la Arquitectura. Quienes han pasado por sus aulas lo saben -pues de fuentes fieles- sabemos de la sensibilidad y pasión con la que expone cada edificio histórico como si cobraran vida en la actualidad para dar su propio testimonio, y así abrir el panorama. “El curso siempre lo dicto igual, pero a veces hay ciertas cosas distintas, aquí tengo un poema…” Y leyó “El Río” de Javier Heraud, comparando la vida del arquitecto y su inmersión en la ciudad, con lo que evoca a las cosas vistas desde otra óptica. Visión que los buenos maestros de la arquitectura saben difundir hacia el extenso campo de acción de los arquitectos, pues nutren el espíritu.
Yo soy el río...
Y es aquí cuando más me precipito
cuando puedo llegar a los corazones,
cuando puedo cogerlos por la sangre,
cuando puedo mirarlos desde adentro.
Esta merecida condecoración personal es una honra a todo el país que representa. El Perú está de gala.