El 18 de enero recordamos un aniversario más de la fundación ibérica de nuestra ciudad, evento oportuno para hacer una pausa y reflexionar sobre su proyección para el año que empezamos, y hacia dos eventos trascendentales, como son los Juegos Panamericanos y el Bicentenario de nuestra Independencia.
En los últimos dos años hemos vivido el enfrentamiento de dos visiones de ciudad: una que ve el futuro desde la mayor eficiencia de los flujos vehiculares particulares, incentivando la urbanización de la periferia como respuesta a la demanda de vivienda, y otra lo mira desde la densificación de la ciudad existente, fortalecimiento del transporte público e incremento de áreas verdes.
Importantes ciudades del mundo ya han vivido este proceso, en el que luego de la saturación vial y pérdida de valor ambiental producido por priorizar el desarrollo de la periferia sobre las áreas centrales, se han generado ambiciosos proyectos orientados a revertirlo. Podemos mencionar a Buenos Aires con el proyecto “Puerto Madero”, o a Barcelona con la “Villa Olímpica”, ambos trabajaron sobre la re-funcionalización de suelo industrial y logístico caduco para proyectar el desarrollo de la ciudad. El incremento del valor del suelo superó largamente el monto de inversión, generando un círculo virtuoso de bienestar económico y social. Esas acciones estuvieron enmarcadas en proyectos integrales de desarrollo urbano, equilibrando la densificación con la dotación de equipamientos y servicios, el fortalecimiento del transporte masivo, y el incremento de espacios públicos.
El caso de nuestra Lima no debiera ser distinto, lejos de pensar en seguir colonizando el desierto y los valles productivos, el gran reto debiera ser el de la re-funcionalización las zonas cuyos usos tradicionales no son más compatibles con las dinámicas urbanas contemporáneas, y el de generar nuevos espacios para esas actividades económicas. Me estoy refiriendo especialmente a la zona industrial del Cercado de Lima y el Callao, por la que pasan cerca de diez mil millones de dólares en proyectos de transporte público masivo, y en cuyo suelo se podría resolver la demanda de vivienda de los próximos veinte años. La forma como se viene desarrollando, con el cambio de uso de predios aislados, da como resultado esa imagen caótica que hoy vemos, con edificios amurallados al lado de depósitos y fábricas, sin áreas verdes y espacios públicos de escala peatonal, y con avenidas donde los camiones se cruzan con combis y taxis. Lima necesita una visión de futuro en la que esa antigua estructura industrial se reconfigure para transformarse en la Lima del siglo XXI, capitalizando la infraestructura existente y proyectada, y trasladando los usos industriales a zonas más adecuadas y funcionales, como el parque industrial de Ancón que viene desarrollando PRODUCE.
En este escenario, el Centro Histórico de ambos distritos juega un rol fundamental, pues se fortalece como centralidad cultural y de servicios. La planificación de su preservación debiera estar íntimamente ligada a su condición de patrimonio vivo, promoviendo actividades que permitan esa convivencia, lideradas por la presencia de las instituciones públicas, culturales y académicas. El Río Rímac, espacio histórico y natural de la ciudad, está llamado a ser el gran escenario de esta nueva ciudad, recuperando su condición de origen de la vida urbana, y proyectándola hacia el futuro.
Los Juegos Panamericanos 2019 y el Bicentenario de nuestra Independencia, son el mejor pretexto para que las diversas instituciones involucradas en el desarrollo de la ciudad se sienten a construir espacios de consenso, orientados bajo una visión integral y estratégica, que integre su valor patrimonial con su valor económico y social. El Ministro de Cultura ha dado un paso importante promulgando el Decreto Ministerial N°029-2017-MC mediante el cual asume su rol de gestor de la protección, conservación y promoción del patrimonio cultural de la nación, y convoca a diferentes instituciones y organismos a desarrollar en un plazo de seis meses acciones y propuestas viables para la intervención y recuperación del Centro Histórico. Este esfuerzo debiera contar con pleno apoyo, y ser aprovechado como catalizador para empezar a construir esa ciudad que la historia nos reclama.
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