Estos monolitos, encontrados alrededor de la costa británica del norte y este, son espejos de sonido. Diseñados originalmente para captar los sonidos producidos por aeronaves enemigas que se aproximaban al Reino Unido a través del Canal de la Mancha y el Mar del Norte (a excepción de una, que fue construida en Baħar iċ-Ċagħaq, Malta), estas estructuras militares, aunque rudimentarias, funcionaron como un sistema de advertencia durante las décadas previas al desarrollo del Radar.
Concebidos por William Sansome Tucker, y operados en distintas escalas entre 1915 y 1935, los espejos acústicos eran capaces de detectar una aeronave de hasta 24 kilómetros de distancia, dando suficiente tiempo a la defensa británica para preparar un contraataque. Las estructuras cóncavas respondían al sonido enfocando las ondas hacia un único punto, donde se posicionaba un micrófono. No sólo podían anunciar la llegada de una aeronave, sino que además determinaban la dirección entrante del ataque con una exactitud de hasta 1.5 grados. Estos espejos acústicos se volvieron obsoletos con la llegada de aeronaves más veloces en la década de 1930.