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Arquitectos: Marta Maccaglia, Semillas
- Año: 2017
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Fotografías:Eleazar Cuadros
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Proveedores: Aceros Arequipa, BRETT MARTIN, EGGER, IKO
Contexto
La comunidad nativa de Jerusalen de Miñaro está ubicada en el distrito de Pangoa, en la selva central de Perú y pertenece al área denominada VRAEM, una zona poblada por comunidades indígenas que se vio severamente afectada por el conflicto armado interno durante la década del 90. La escuela, que recibe más de 200 alumnos, se encontraba en estado de precariedad, sin embargo, funcionaba desde hace 40 años. La infraestructura consistía en aulas provisionales y los espacios no respondían al confort mínimo necesario para el desarrollo de las actividades pedagógicas.
Proceso y construcción
El propósito del proyecto fue crear un espacio democrático, donde niños, jóvenes y adultos puedan soñar y emprender el futuro deseado. Para ello, se propuso una metodología de trabajo integral, impulsado gracias a la cooperación de distintas instituciones nacionales e internacionales, así como a la participación de la comunidad en todas las etapas del proyecto.
En este sentido, en las etapas de diagnóstico y de proyecto se llevaron a cabo talleres con los alumnos, padres de familia y profesores para determinar las necesidades de la comunidad, sus dinámicas y sus sueños para la futura escuela. La construcción se ha desarrollado guiada por el trabajo de maestros constructores especializados y trabajadores de la misma comunidad. La mano de obra local permite la transferencia de conocimiento a través de la experiencia de trabajo in situ y talleres de capacitación a lo largo de todo el proceso de construcción.
Descripción del Proyecto
El proyecto propone procesos que impulsen el intercambio de conocimientos, revaloricen los recursos humanos y materiales locales y promuevan espacios flexibles alineados con los nuevos enfoques pedagógicos. El edificio se organiza en cuatro módulos, tres de aulas y uno multifuncional. Adicionalmente se plantea la reutilización de dos aulas existentes como residencia de profesores y la remodelación y mejoramiento de los servicios higiénicos. Los tres módulos escolares están dispuestos al lado sur del lote, con la fachada longitudinal orientada norte/sur. La vegetación y árboles preexistentes se integran con el diseño. En la sala multifuncional un árbol marca el acceso principal de la escuela y forma parte del espacio interior.
Al lado norte, una fila de árboles acompaña la fachada favoreciendo una iluminación indirecta y sombreando los pasillos de conexión. El programa incluye ocho aulas escolares, un área de usos múltiples con cocina, dos almacenes, una mediateca y servicios higiénicos. Los niños se han apropiado de los amplios patios cubiertos, creando un mundo imaginario en donde los muros se convierten en trepaderas, las divisiones de madera en escondites y las ventanas en sillas. Los pasillos cubiertos y patios contiguos a las aulas van formando circuitos y recorridos de juego y fantasía que conducen a “Parquebambú”, un espacio para jugar con libertad, construido en el marco de un workshop de construcción con estudiantes y la comunidad.
Materialidad y Bioclimática
Otra fuerza de innovación en el proyecto de Jerusalén de Miñaro es la propuesta arquitectónica, la cual se resuelve con poco presupuesto y sin perjudicar la calidad de los espacios. Una estrategia fue la de buscar la mejor manera de usar los recursos que se tienen a la mano, como los materiales y los saberes locales, proponiendo un diseño coherente con la normativa de seguridad y edificación. Para ello se propuso un diseño modular con una estructura principal en hormigón armado y madera y una cubierta liviana con doble caída.
El confort ambiental se logró a través de la utilización de sistemas pasivos, con particular atención al control de la radiación solar, la ventilación y la iluminación natural. La cubierta cuenta con lucernarios que además de favorecer la iluminación indirecta, favorece la salida de aire caliente. El techo cuenta con un sistema recolector de aguas de lluvia que se almacenan y se bombean a unos tanques elevados. Finalmente, la escuela en la comunidad nativa Jerusalén de Miñaro propone nuevos espacios educativos, más libres, de uso indeterminado, versátiles y que inciten a la creatividad. La escuela pasa a convertirse en un hito comunitario, un lugar de uso público, un catalizador social y un escenario de oportunidades, una plataforma para distintos usos.