El cine Tauro es una joya arquitectónica (olvidada) en el centro histórico de Lima.
Su construcción data de 1957 a 1959. Esta obra de Walter Weberhofer, incansable arquitecto moderno de los años 50 y 60, fue concebida como un complejo mixto de entretenimiento, comercio y oficinas que serían parte de un sistema de una torre de 10 niveles. Del proyecto original denominado antiguamente “Cine Washington” solo fue posible edificar 3 pisos comerciales con su respectivo sótano y el complejo del cine cuya fachada se orientaba a una plaza triangular, dando a la esquina -comprendida por las calles Washington y Delgado- una imagen urbana cinematográfica que rompía con lo cotidiano.
En concreto, la arquitectura moderna en Lima recorrió las avenidas Tacna (muy cercana al cine) y Wilson mucho antes de expandirse a otros distritos de la ciudad. Este contexto experimental dentro del centro de Lima imbuía una serie de proyectos abordados por jóvenes arquitectos de la época creando circuitos no solo comerciales sino culturales. El cine Tauro se convirtió rápidamente en uno de los establecimientos más modernos e importantes para el entretenimiento con 720 asientos en planta baja y 560 asientos en el mezanine.
Un edificio tan peculiar como este cine resulta complejo cuando se analiza su diseño como una mezcla de modernidad inconclusa y trazos de postmodernismo abordado por Robert Venturi tiempo después. Si consideramos un paralelismo en obras construidas en esos años, veremos que la presencia de líneas rectas, terrazas y ventanas alargadas abundaban en la gran mayoría de edificios derivados de la arquitectura del movimiento moderno peruano. El cine Tauro no resulta precisamente una excepción, pues es un ejercicio proyectual muy sugerente. Sin perder el contexto, diferencia sus volúmenes. Un sector de oficinas y comercio que sustente el mantenimiento del cine.
Es así que la función económica mucho más recta y rígida se manifiesta en los volúmenes posteriores correspondiente a los usos comerciales mientras que el entretenimiento se traduce en un espectáculo volumétrico atrayente, con ventanales y estructuras metálicas casi ornamentales sosteniendo un peculiar mural sumamente dinámico. Efectivamente, el volumen en altura representa el trazo moderno más rígido en contradicción al volumen del cine desfasado, dinámico, escenográfico.
El letrero de neón manifiesta el éxito del comercio y del entretenimiento. Los grandes ventanales de la fachada están pensados para reflejar tanto el movimiento interno de la gente subiendo por las escaleras como para reflejar las luces de los letreros y los anuncios de las películas. La idea de mostrar lo que sucede al interior como un edificio vivo lleno de gente entre funciones es algo muy contemporáneo, que puede reflejarse en proyectos de cines de esta época.
La entrada del cine tiene una especie de pequeña plaza techada que acompaña la esquina. Sobre la plaza las columnas ovaladas facilitan el tránsito y la fluidez del espacio. Dicha plaza está contenida por una placa trapezoidal suspendida para solucionar la esquina del edificio y contener la boletería.
Los 3 niveles del cine se interrelacionan con el hall y los dos foyeres para ordenar los ingresos. La espacialidad está integrada con una escalera curva que conecta la platea y el mezanine con una altura múltiple iluminada por unos grandes ventanales que dan a la fachada principal.
Muy al contrario de lo que puede suceder en los cines actuales, el edificio presenta una terraza ajardinada relacionada con el foyer del mezanine y cuya jardinera se convierte por fuera en una cenefa para publicidad y para los anuncios de las funciones. El edificio mismo con gestos estructurales y volumétricos se convierte en una pantalla de entretenimiento y de vida urbana. Estos conceptos fueron bastantes adelantados a la época los cuales se representan claramente en la estructuración y conformación volumétrica del complejo.
El cine no pudo mantenerse con el tiempo debido a los cambios comerciales en el negocio. Era complicado dividir la gran sala en otras más pequeñas ya que comercialmente tener más de 1000 butacas no era para nada rentable si la cantidad de películas a exhibir aumentaban al día. Otro factor de la decadencia fue la década de los 80 con el abandono del centro de Lima por parte de las autoridades municipales, la inflación económica y el terrorismo. El cine dejó sus funciones en los años 90 para dar paso a un local de exhibición de películas para adultos hasta su clausura definitiva en el año 2004. No presentó grandes modificaciones durante este periodo salvo el retiro de la boletería, algunos pintados y enrejados. Una visita actual podría dar cuenta de la espectacularidad de sus espacios y el cuidado de los encuentros a pesar del intrincado juego de volúmenes y revestimientos.
Algunas empresas trasnacionales quisieron también intervenir el Cine Tauro para recuperarlo al servicio de la cultura y los alquileres de oficinas. Sin embargo, el contexto urbano no es adecuado aun comercialmente y los precios cada día son inaccesibles. A falta de una política adecuada para salvar herencias modernas y evitar sus demoliciones, se espera pronto un renacimiento del poco valorado edificio.
Agradecimiento al Archivo Histórico del “Catálogo de Arquitectura Movimiento Moderno del Perú (CAMMP)” de Alejandra Acevedo y Michelle Llona, a la investigación del libro “Ilusiones a Oscuras” de Víctor Mejía, al apoyo de Gleen Goicochea, y a la fotografía actual de Nicolás Valencia.
- Área: 476 m²
- Año: 1958
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Fotografías:Nicolás Valencia