Este artículo fue publicado originalmente en CommonEdge como "Robert Venturi and the Difficult Whole".
Robert Venturi (1925-2018) fue uno de los arquitectos estadounidenses más importantes del siglo XX, aunque no principalmente por sus obras construidas ni por su trabajo como diseñador. Venturi nunca estará a la altura de Wright, Kahn o incluso Gehry.
Entre 1965 y 1985 él y su colega, Denise Scott Brown, cambiaron la forma en que los arquitectos miran los edificios, ciudades y paisajes, de la misma manera en que Marshall McLuhan, Bob Dylan y Andy Warhol cambiaron nuestra visión del arte, los medios y la cultura popular en el siglo pasado.
Trabajé con Bob Venturi durante mis años de aprendizaje en la década de 1970. También crecí con sus libros, edificios e influencia paternal. Él y mi padre tenían un año de diferencia, mientras Denise tiene la misma edad que mi madre.
Todos aquellos que vivieron en los años 60 y 70 tuvieron el placer de presenciar una de las décadas más explosivas y lisérgicas que el mundo ha vivido. Para los arquitectos jóvenes, Bob y Denise fueron tan importantes para la cultura como si fueran celebridades. Eran atractivo, inteligentes y estaban de moda: pasaron su luna de miel en Las Vegas y se movían entre Yale, Penn, UCLA y el MoMA. Después de su matrimonio en 1967, Denis esperaba tener la misma influencia que sus mentores —Maxwell Fry y Jane Drew— o la que tenían sus colegas Allison y Peter Smithson en el Reino unido. Scott Brown no tenía por qué preocuparse. Luego que el historiador Vincent Scully elogiara Complejidad y contradicción en la arquitectura, su esposo se convirtió en ganador de la Medalla de Oro del AIA, gurú teórico e incendiario crítico del modernismo corporativo, el símbolo del complejo industrial militar estadounidense durante los años de la guerra de Vietnam.
Es fácil olvidar que por un tiempo Denise Scott Brown eclipsó la figura de Venturi en la academia: fue la primera mujer en liderar un programa de urbanismo y diseño en Estados Unidos, la primera mujer en entregar su apellido al nombre de una firma y casi la primera en liderar una escuela de arquitectura de la elite: Yale. Por otra parte, al incorporarse Scott Brown como socia de Venturi, él se resistió a la idea de mantener el anterior nombre "Venturi and Rauch" de la compañía, pues con su esposa eran un equipo creativo inseparable. Así nació VRSB.
Como mucho otros arquitectos jóvenes que leyeron el pequeño libro blanco publicado por el MoMA tras su publicación, encontré en las pequeñas fotografías y la densa prosa un argumento liberador en contra de la arquitectura establishment del Harvard Bauhaus, General Motors y las pulcras torres mesiánicas de SOM.
Yo sabía que Venturi había leído Siete tipos de ambigüedad de William Empson en Princeton, usándolo como base para su análisis de los diferentes órdenes en las plantas y fachadas de edificios. Venturi conocía el trabajo de Eliot, Pound y el formalismo estadounidense (The New Criticism), de modo que el significado en la arquitectura podría interpretarse, ya que estas figuras habían analizado complejos sintaxis poética, ironía y vocabularios oximorfónicos. Los edificios pueden expresar humor, ambivalencia, suavidad y frivolidad. De hecho, toda emoción contenida en poemas, sinfonías y el arte abstracto. Mira a Michelangelo, Lutyens, Frank Furness y el renacimiento griego a la vuelta de la esquina, advertía Venturi. Encontrarás composiciones complejas y difíciles que aumentan tu conciencia estética y desafían tu gusto.
No sabía que un libro que sería publicado poco después de mi graduación de la universidad que creería una avalancha aún más grande entre arquitectos y urbanistas: Un significado para los aparcamientos A&P, o Aprendiendo de Las Vegas (A Significance for A&P Parking Lots or Learning From Las Vegas). Gasté cada centavo que tenía en mis ahorros para comprar una copia. Me fui a casa y lo leí de una vez y a veces pensaba que tenía que esconderlo de mis compañeros de cuarto como si fuera una revista Playboy. ¿En realidad estos intelectuales escribían con simpatía sobre la expansión urbana, los centros comerciales, los supermercados y las vallas publicitarias?
Las ideas plasmadas en Learning From Las Vegas sorprendieron al establishment arquitectónico e incluso algunos seguidores de Venturi se distanciaron de sus propias posiciones estéticas "posmodernas". Mientras él, obviamente, nunca asumió esa etiqueta. Como todo estadounidense, Venturi percibió los conceptos de Main Street, Strip y Long Island como una extensión natural de muchos de los movimientos artísticos posguerra, incluyendo el realismo de Edward Hopper y Charles Demuth, el regionalismo de William Carlos Williams y Grant Wood, Supergraphics, Pop Art y los comienzos del minimalismo. Scott Brown fue una de las primeras defensoras de la conservación de los barrios urbanos; Steve Izenour fundó la Doo Wop Preservation Society en Nueva Jersey. Mientras Charles Moore publicaba su tributo a Disneylandia, "Tienes que pagar por la vida pública" (You Have to Pay for the Public Life). Aunque difíciles de reconocer en ese entonces, estas críticas del landscape de los años 70 fueron proféticas.
Así como la oficina de Lou Kahn capacitó a decenas de talentosos diseñadores, VRSB en Philadelphia catapultó la carrera de exitosos arquitectos. Los críticos rara vez señalan que algunos de quienes trabajaron con Venturi regresaron al movimiento moderno durante los años 80 —Steve Kieran, Jim Timberlake, W.G. Clark y Fred Schwartz, entre otros—, mientras otros comenzaron a ver la arquitectura tradicional y vernacular como una fuente más potente de inspiración para sus proyectos. Tony Atkin, Elizabeth Plater-Zyberk, Stanley Taraila y Cameron McTavish aprendieron de la filosofía del denominado City Beautiful movement cuando se convirtieron en exitosos arquitectos y planificadores. No existiría el Congreso del Nuevo Urbanismo (CNU) si no fuera por el sólido liderazgo de Venturi, tal como Scully ha comentado en varias ocasiones. El pluralismo es difícil de aceptar por algunos arquitectos contemporáneos, pero es una condición de la modernidad.
Una consecuencia involuntaria de Complejidad y contradicción en la arquitectura fue el rápido surgimiento de teoría crítica en muchas escuelas de arquitectura estadounidenses. Venturi se distanció de aquellos teóricos puros, siempre afirmando ser un arquitecto que intenta expresar ideas en edificios, no en palabras. En ese sentido era un pragmático, como John Dewey y Henry David Thoreau. Al celebrar la condición moderna sin rechazar el humanismo, Venturi aceptó la difícil situación de cualquier diseñador contemporáneo. El hijo de un apasionado cristiano que abogaba por la equidad y el autoestima individual, él y su oficina se comprometieron a mejorar la vida de sus clientes finales: los usuarios de los edificios. Nunca se cansó de ser llamado un arquitecto pop(ulista).
Hoy descorazona ver un edificio tan fino como el MCASD La Jolla esté amenazado de ser destruido para hacer una ampliación de segunda mano. Los edificios más importantes de VRSB son íconos enraizados en el diseño estadounidense moderno: la casa Vanna Venturi, la casa Guild, el Franklin Court Museum, el Museo de Arte Oberlin, el Gordon Wu Hall y la Sala Sainsbury. No muchos fueron construidos después de 1990.
Durante las últimas tres décadas de su carrera, Venturi aceptó honores y premios por sus primeras obras, pero encontró pocas victorias entre los críticos contemporáneos o en el circuito académico. Esa fue una desafortunada consecuencia de la historia, aunque creo que la historia tendrá una visión más positiva de su trayectoria en las próximas décadas. Venturi vivió durante un periodo desafiante, aceptando todos sus problemas y contradicciones con buen humor y elegancia. Discutiendo siempre por diseños que encontraban un punto medio, fue un arquitecto que estaba en perfecta sintonía con su tiempo y lugar: Filadelfia, Estados Unidos, el siglo XX.