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Arquitectos: CARREÑO SARTORI Arquitectos; CARREÑO SARTORI Arquitectos
- Área: 295 m²
- Año: 2017
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Fotografías:Marcos Mendizabal
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Proveedores: Cintac®, GLASSTECH
Descripción enviada por el equipo del proyecto. La casa se pensó a partir de los atributos de la ladera nor-poniente donde se emplaza y de las dificultades de la construcción en pendiente. El terreno tiene una proporción de 1:10 desde el camino hasta el cambio de las aguas entre el Cajón del Arrayan y el Cajón del cerro Pochoco -en las afueras de Santiago-, conservando flora y fauna endémicas de Chile. Se va, en forma ascendente, desde quillayes y litres, en la parte baja, hasta puyas y cactus en la cima. Por la ladera suben las corrientes de viento caliente de la tarde, atrayendo el vuelo de distintos pájaros, incluyendo águilas y cóndores.
La casa se inserta en esta relación entre el suelo y el viento de la pre-Cordillera.
Luego de varias visitas de observación y medida, se definió un lugar despejado de árboles –a una altura inicial del sitio-, en el que se tiene una vista abierta al valle próximo y la ciudad lejana.
Se propone un zócalo de hormigón armado, estabilizando el suelo en una gran horizontal, con dos terrazas-miradores en sus extremos. Sobre esta pieza topográfica –que aísla y protege- se monta una estructura metálica ligera y regular con ejes a 3,2 mts., en cuya retícula se ordenan los espacios.
Esta lógica constructiva y espacial se modifica por el recorrido del sol y las vistas lejanas, incorporando un segundo orden, configurado por cuatro muros oblicuos que orientan la mirada y regulan la radiación solar y los vientos, a la vez que permiten un recorrido continuo por el perímetro exterior de la casa, siempre relacionado a la naturaleza y las terrazas.
Este recorrido externo es complementario al recorrido del interior, que sale a una tercera y última terraza en el segundo piso que, a la manera de un puente, vuelve a la continuidad de la ladera donde inicia la cordillera de Los Andes. De este modo la casa mantiene las dos magnitudes con las que tradicionalmente se han habitado estos cerros: la cotidiana –de tamaños menores y actividades recurrentes- y la geográfica –de tamaños mayores y visitas eventuales-.
Los muros exteriores -con cámaras internas de ventilación natural- se pintan negros, como los troncos y las sombras de los árboles, priorizando cromáticamente los distintos verdes del follaje. En el interior, la luz natural se regula con barnices y blancos según la entrada de luz a los recintos y la reflexión de los pisos.