“Cierren los ojos y caminen por la Facultad de Arquitectura, recórranla, sientan los ruidos, las texturas, traten de recomponer el espacio mentalmente”. Caminé varios metros con los ojos vendados y aún recuerdo como mi oído se agudizó percibiendo el murmullo de la gente a mí alrededor.
Si bien conocía el plano del edificio como mi propia casa, debo confesar que esos fueron quizás los pasos más largos y desconcertantes que he caminado.
El tiempo se detuvo. No recuerdo la cantidad exacta de metros que recorrí, pero si recuerdo sentirme desorientada y perdida. Realicé pasos cortos por miedo a chocarme con algún estudiante somnámbulo de esos que van en pijamas corriendo a toda velocidad a su entrega de proyectos, y quienes conocen la facultad, saben que las probabilidades que esto ocurra son altas, aún sin la venda.
Al poco tiempo volvimos al aula y mi percepción del espacio había cambiado por completo.
Al tener los ojos cubiertos, las medidas me parecían intangibles, los espacios inmensurables ¿Cuántos metros faltan para llegar al aula? ¿Podré caminar hacia la izquierda o chocare con alguien? Ya camine varios minutos ¿En dónde estoy posicionada exactamente?
Si bien caminar sin poder guiarse con el sentido de la vista es una tarea difícil, no es imposible. Son muchas las personas que hoy en día lo hacen. Pero como nos dijo la profesora esa tarde en las aulas de la facultad, tenemos un compromiso social cómo arquitectos y ciudadanos para ayudar. En ese momento pensé en las leyes de accesibilidad para proteger y mejorar la calidad de vida de quienes se encuentran en desventaja pero nunca se me ocurrió que una maqueta podría contribuir a ese fin.
O y M significa orientación y movilidad. Es un juego de estimulación para niños con discapacidad visual. Mediante una maqueta en tres dimensiones, los chicos puede obtener una percepción de cómo es el espacio antes de estar allí. La maqueta le brinda al niño detalles concretos de las características del espacio por el cual se desplazará y le ofrecerá información acerca de su ubicación, dirección y distancia facilitando su recorrido.
El sistema de piezas transportables, interconectables y desarmables posibilita el armado de maquetas de diferentes espacios como: su propia casa, las de sus abuelos, establecimientos educativos, lugares de recreación, etc. Las piezas cuentan con 4 tipos de textura y colores diferentes, todo para los niños con discapacidad disminuída.
Una vez que el niño reconoció a partir del sentido del tacto el espacio y logró hacerse una imagen mental de cómo es, la maqueta se puede desarmar por completo.
Las argentinas Carolina Castagna y Daniela Bernini, desarrollaron el juego O y M no sólo para ayudar a los niños con discapacidad visual a recorrer los espacios, sino también para integrarlos: que haya una inclusión a la hora de aprender.
La maqueta, aliada eterna de los arquitectos desde tiempos inimaginables, querida por muchos, odiada por otros. Una vez más, al servicio de todos.