- Área: 27 m²
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Fotografías:Tali Kimelman, Leonardo Finotti
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Sacromonte es paisaje. Es un campo de fuerzas relacionales, de antiguas intensidades y nuevos impulsos que coexisten en una nueva entidad inédita. Así, la naturaleza, lo productivo, las infraestructuras, las edificaciones y lo energético configuran un campo de estímulos a descubrir, un campo de experiencias. En tan particular escenario, la Capilla de Sacromonte encuentra su lugar entre viñedos, lagunas, cerros y refugios. Concebida como un amplificador de paisaje, se funde con su entorno elevando la experiencia sensorial de la naturaleza a un nuevo nivel. Ubicada en uno de los puntos más altos y despejados de Sacromonte, puede verse desde lejos.
¿Cómo deberían ser los espacios sagrados del siglo XXI? La capilla reflexiona sobre las tantas posibles interpretaciones de este y otros cuestionamientos mediante su ambigua relación con la materia, el espacio y el tiempo. Una calma tensión reina al entrar en contacto con ella. Una tensión entre peso y levedad, entre presencia y desaparición, entre tecnología y naturaleza. Enigmática y desconcertante, deja a sus visitantes con más preguntas que respuestas.
La capilla comenzó en una fábrica en Portugal. Una vez prefabricada en tecnología CLT y acero, fue transportada directamente al paisaje de Sacromonte para ser ensamblada en un solo día. Simple y austero, su diseño asume el desafío de trasmitir un mensaje potente usando la menor cantidad posible de recursos.
Dos planos de madera de 9x6 metros descansan sutilmente uno sobre el otro, pero sin tocarse. De este simple y único gesto nace un nuevo recinto. Ni cerrado ni completamente abierto, es un espacio en sí mismo y es parte de su entorno al mismo tiempo. Al interior los planos intentan proteger y consagrar una pequeña porción de paisaje, pero niegan su encierro con respeto. Así, los conceptos de interior y exterior se diluyen en una experiencia espacial difusa y ambigua.
Casi por arte de magia, una caja negra y metálica flota y desequilibra la simetría en un acto trascendental. La luz entra en su cara posterior a través de una lámina de ónix translúcida. Dentro, la Virgen de La Carrodilla encuentra protección y refugio. La capilla coexiste armoniosamente con la naturaleza, dejando entrar a vientos y tormentas. De alguna manera, evoca a la más primitiva de las arquitecturas: una que reúne a la Humanidad, el paisaje y la materia con lo eterno.