En 1988, cuando Luis Barragán muere, se comienza un proceso para gestionar los bienes que heredó a un grupo de arquitectos que radicaban en Guadalajara, Jalisco. A partir de este momento nace la Fundación de Arquitectura Tapatía Luis Barragán con la intención de resguardar un porcentaje de sus bienes inmuebles, su biblioteca y ciertos bienes personales por lo que en ese momento, la fundación consiguió los fondos para recuperar la Casa-Estudio Luis Barragán y conservarla como lo que es ahora, una casa-museo.
En esta ocasión, conversamos con el arquitecto Salvador Macías, co-fundador de Estudio Macías Peredo quien ahora dirige este espacio que busca dotar de un espacio público para la reflexión y divulgación de la arquitectura.
Monica Arellano: ¿Cómo fue que nació la idea de presentar este espacio como una plataforma de arquitectura y paisajismo?
Salvador Macías: Jardín 17 es un espacio en donde se extiende la Casa Luis Barragán, en un inicio se trataba de un lugar que servía a la casa proporcionando bodegas, cajones de estacionamiento así como actividades internas propias de la casa como pláticas, talleres, asambleas, etc. Desde hace 20 años se reciben a universidades de EU para ofrecer talleres de arquitectura además de que se han presentado exposiciones importantes como la de la Martirene Alcántara, Ricardo Regazoni y por 10 años muestras de diseño en el marco de Design Week.
Y en algún momento se decidió, a partir de una generosa aportación del arquitecto Alberto Kalach –miembro de la fundación–, que se realizara una restauración integral del jardín. Esto comenzó en el año 2016 y finalmente abre este año con la intención de dotar de un espacio abierto y gratuito, un lugar de arquitectura y paisajismo, un lugar de encuentro de la comunidad. Aunque este año ya se hicieron un par de eventos con proyectos específicos en conjunto con Liga y la Fundación Alumnos 47.
Creemos que es un sitio clave para que muchas cosas sucedan es un espacio que mira hacia el futuro para poder experimentar y apostar a lo que viene. Todavía existen pocos espacios de reflexión y divulgación de la arquitectura, necesitamos más espacios para debatir las ideas de ciudad, urbanismo y paisaje.
MA: Y aún más espacios participativos que se vayan construyendo mediante estas reflexiones.
SM: Justamente, lo que buscamos con Jardín 17 es generar un lugar auto sustentable y con un programa independiente que pueda subsistir independientemente de la casa. Queremos abrir todavía más la obra de Luis Barragán.
Una de las primeras decisiones que se tomaron fue dejar de priorizar el transporte privado, por lo que decidimos quitar la cochera que se tenía al frente del predio. Estos gestos van dirigidos hacia un esfuerzo por repensar las ciudades, de dotar de espacios públicos democráticos y de priorizar otro tipo de experiencias. El espacio se conforma por dos claros libres de vegetación que son dos aulas abiertas en el paisaje.
MA: Esta idea va mucho con la intención de Barragán de dotar espacios en donde se pudiera estar afuera pero sintiéndote contenido.
SM: Claro, Barragán lo entendía así y Kalach lo retomó al momento de intervenirlo, son cuartos sin techo abiertos a la experimentación. De hecho, el tono azul añil de las paredes se conserva casi intacto, el jardín se mantuvo intacto y crecía sin intervenciones por lo que la intervención de Kalach busca mantener la esencia del sitio. Se hizo un trabajo casi arqueológico para tratar de imaginar qué pasaba aquí, por ejemplo, existía un cajón de concreto que estaba vacío que sugería servir como un elemento experimental que contenía agua.
MA: Y parecería quizá que este contenedor fue antecedente de muchas de los espejos y fuentes que habitan las obras de Barragán, como la fuente de las Capuchinas.
SM: Muy probablemente era un sitio de experimentación y esta pila pudo haber sido eso.
MA: Y quién mejor para hablar de los jardines de Barragán y de México que Alberto Kalach.
SM: Lo que se hizo fue más que una exposición, una instalación, una pieza o quizá hasta una escultura que se conforma la Muestra 'Inventario MMXVIII' de las maquetas del estudio de Alberto. No hubo un curador, él mismo trajo sus maquetas y con su equipo hizo un montaje integral con las maquetas embaladas. En realidad son muchas coincidencias, las que conforman este lugar, yo veo esta exposición como un recorrido, en cada una de las piezas existe un hilo conductor en donde saltan de repente ciertas geometrías. La propia instalación es una obra más de Alberto.
MA: Se entiende esto casi como las huellas de un performance, es muy intuitivo, muy relajado. Quizá es eso hacia donde debería apuntar el arte, hacia un futuro en donde las cosas sucedan más espontáneamente, no tan rigurosamente. Incluso la experiencia sensorial de caminar por el jardín y llegar a un espacio inundado del olor a madera y cartón, es muy similar a recorrer las oficinas de Alberto Kalach.
SM: Un poco sí, de hecho son 365 maquetas, las cuales en su taller estuvieron acomodadas de acuerdo al espacio disponible. Aquí hay una intención arquitectónica de conformar espacios, recorridos. Ahora habría que pensar quizá, el vacío del taller de Alberto sin las maquetas.