Se dice que cuando Le Corbusier llegó a Grecia, quedó impresionado por su arquitectura. Los templos helenísticos, el sistema de proporciones que los regulaba y su monocromía. Muchos de estos elementos influyeron su obra. Pero algo que habría sorprendido al arquitecto, es que en realidad, los templos griegos no eran monocromáticos, de hecho estaban lejos de serlo. Azul, rojo, verde y hasta dorado. Esos eran los vibrantes colores que envolvían las construcciones griegas. Frisos, frontones, columnatas, y hasta esculturas. Cada centímetro estaba recubierto de color generado a partir de pigmentos. El paso del tiempo, las guerras, la acción del sol, lluvia y viento junto con la naturaleza caduca de los pigmentos, provocaron que las superficies quedasen desteñidas, dejando el frío mármol al descubierto.
Éste despertar poli cromático del mundo clásico fue descubierto tan sólo pocos años atrás, gracias al trabajo de muchos científicos, principalmente las investigaciones de Volkmar von Graeve y Vinzenz Brinkmann. Es difícil disociar la imagen del Partenón con la blancura de su piedra, o pensar en la Acrópolis como una tierra de vibrante colores. Teniendo en cuenta que la arquitectura clásica influyó en la producción artística desde el Renacimiento hasta la actualidad, no puedo evitar preguntarme ¿Cómo sería la arquitectura hoy si el color hubiese perdurado?¿Serían otros los paradigmas?
Actualmente, son pocos los arquitectos que se atreven a experimentar con el color. De vez en cuando aparecen algunos audaces proyectos, pero pareciera que el blanco domina la escena. El color blanco tiene sus ventajas, de eso no hay duda, pero ¿Qué pasa con el resto del abanico cromático? ¿Se puede proyectar sin blanco?
En Argentina, si bien la paleta cromática no siempre fue utilizada en su completa extensión, existen varios ejemplos en donde fachadas y muros dejaron atrás la blanca neutralidad para explorar otras alternativas. Repasemos algunos de ellos.
Los colores de La Boca: el barrio portuario de la Ciudad
Cerca del Riachuelo se alza el barrio de la Boca, ubicado al Sur de la Ciudad de Buenos Aires. Cuando a principios del siglo XX, inmigrantes europeos llegaron al país en búsqueda de un mejor porvenir, muchos se instalaron en estas tierras.
A partir de chapas y madera construyeron sus hogares que pintaron con diversos colores. Rojo, azul, amarillo, verde, anaranjado, celeste. En una sola fachada podía haber más de cinco colores fácilmente. El motivo de esta amplitud cromática se cree que es porque para pintar las casas, se utilizaba la pintura que sobraba luego de pintar los barcos.
En 1928, la zona que hoy día se conoce como Caminito fue clausurada y luego se deterioró notablemente. Pero en la década del 30 el reconocido pintor Benito Quinquela Martín puso manos a la obra y comenzó su misión para recuperar su amado barrio. Compró terrenos que luego donó para fundar escuelas, museos, galerías de arte y otras instituciones.
En la década del 50 junto con la ayuda de varios vecinos, inauguró Caminito. Un museo de Arte al aire libre, un espacio para exposiciones de artistas y artesanos. Intervino en fachadas devolviéndoles su alegría y color, convirtiendo aquel tramo ferroviario abandonado en lo que actualmente se considera uno de los sitios de interés cultural más concurridos del país.
Casa Rosada: ¿Símbolo de unidad o consecuencia técnica?
Existen varias teorías sobre la utilización del color rosado en la casa de Gobierno. Una determina el color como un símbolo distintivo y concreto que busca transmitir un mensaje, y la otra cómo una consecuencia secundaria de una medida hidrófuga.
En cuanto a la primera teoría, como bien saben los diseñadores gráficos, la correcta utilización de color es crucial a la hora de comunicar. Cada color puede ayudarnos a trasmitir un mensaje. De hecho, no es casual la elección de los colores en semáforos o señaléticas.
El color rosa, en éste caso, es un símbolo de unidad. Representa la mezcla de los colores de ideales antagónicos. El color blanco, representativo de los ideales Unitarios, y el color rojo, representativo de los ideales Federales. Sería el presidente Sarmiento quien manda a pintar la construcción de color rosa para simbolizar un lazo de unión nacional.
La segunda teoría responde a requisitos técnicos. El color rosado es el resultado de la mezcla de cal y sangre bovina, sustancia que aumentaba la resistencia de la cal frente a la acción de la lluvia y la humedad.
Clorindo Testa
Uno de los arquitectos argentinos que sin duda no temía al color fue Clorindo Testa. Desde el Hospital Naval, hasta la Universidad del Salvador, el arquitecto proyectó una ciudad con todos los colores del arcoíris. Esos son algunos de sus ejemplos más reconocidos:
Centro Cultural Recoleta
Museo del Libro y la Lengua
Casa La Tumbona
Campus Universidad del Salvador
Central Park en Barracas
Lo que solía ser la empresa gráfica más grande de Argentina, hoy aloja el complejo de oficinas y estudios denominado Central Park. En 1996 comenzaron las obras de refuncionalización. Uno de los cambios más icónicos en ésta transición fue el abandono de las monótonas fachadas en búsqueda de una explosión de color.
La labor recayó en los hombros de uno de los artistas plásticos más respetados del país cuya obra ha sido expuesta en casi todo el mundo, Pérez Celis. Fiel a su estilo, Celis democratizó el arte, llevando su trabajo a las fachadas, para que sea accesible a toda la comunidad.
El Terrace Palace de Antonio Bonet, Roberto Luna, Raúl Fernández y Alejandro Zamudio
En algunos casos, muchas veces el color se utilizó en pequeñas cantidades, como un recurso para enfatizar detalles. En Mar del Plata se encuentra el Terrace Palace, edificación que mantiene vivos los colores de la Bauhaus.
Espacio Infancia. Galpón Estudio
Otros, como Espacio Infancia de Galpón estudio, son en cambio un claro ejemplo de arquitectura efímera a puro color.
Tienda Gongo. Christian Schlatter
Rompiendo los estereotipos de la arquitectura comercial se encuentra la obra de Christian Schlatter en la icónica Tienda Gongo.
Ateliers Ciudad de las Artes. GGMPU Arquitectos + Lucio Morini
En la Ciudad de las Artes se alojan 10 Ateliers en una edificación donde el color se utilizó como catalizador de la creatividad y originalidad.
La correcta utilización del color debe ser una de las habilidades más difíciles de desarrollar en la vida de un arquitecto o un artista. Con el color podemos ampliar o reducir un espacio, crear atmósferas, hacer que la luz se refleje o se absorba. Su elección debe ser consciente y estudiada. Como bien lo decía Ernst Neufert:
Los colores son fuerzas que actúan en el hombre provocando sensaciones de bienestar o malestar, de actividad o de pasividad. La aplicación de determinados colores en oficinas, fábricas o escuelas puede incrementar o reducir el rendimiento, y en las clínicas puede contribuir a que los pacientes recuperen antes la salud.
Vivimos en un mundo a todo color ¿Por qué la arquitectura no debería serlo? Después de todo ¿Qué sería de nosotros sin el azul profundo de Van Gogh o el inolvidable rosa de Barragán?