Frecuentemente consideramos al patrimonio como un conjunto de bienes susceptibles de estima que una persona o un grupo de ellas adquiere por herencia. Si bien algunas veces nos sentimos completamente identificados con su significado y con aquel legado que nos conceden, son vastas las ocasiones en las que desperdiciamos sus bondades.
En el ámbito arquitectónico la situación no es muy diferente, y es por ello que la enseñanza del patrimonio en las aulas se ha vuelto una necesidad que incumbe plenamente a las universidades y que incluye a su vez en su perímetro de acción, tanto a entes públicos y privados, como a la sociedad misma.
Incentivo y apoyo a la investigación, procesos didácticos de enseñanza y aprendizaje, integración académica y ciudadana; manifestación y evidenciamiento de procesos y productos logrados. Son estos algunos de los principios en los que toda enseñanza universitaria debiera basar sus acciones y emprendimientos. La experiencia desarrollada en la provincia de Misiones, Argentina, referida al estudio de su patrimonio moderno es uno de los casos exitosos en lo concerniente a las premisas recientemente enumeradas.
La cátedra “Historia y Contemporaneidad de la Arquitectura Moderna en Misiones” de la Universidad Católica de Santa Fé – Sede Santos Mártires, entiende la realidad a la que están afectadas este gran número de obras y desde su humilde lugar hace un aporte evidentemente significativo a la sociedad y al medio mismo donde se desenvuelven.
A cargo de los docentes Esp. Arq. Mario Daniel Melgarejo y Arq. Alina Bistoletti y desde hace dos años y medio, la asignatura “intenta comenzar a cerrar la brecha de desconocimiento existente con respecto al valor y aporte de este grupo de edificios, iniciando (dicho proceso) por los actores con mayor responsabilidad en este fin: los arquitectos”.
En línea con proyectos de investigación universitarios desarrollados localmente como “Movimiento Moderno Misiones”, los contenidos estudiados y analizados abarcan el conjunto de edificios que se proyectaron y construyeron entre 1955 y 1965 (acompañando el proceso de provincialización que se daba), principalmente con la modalidad de Concursos de Anteproyectos (nacionales y regionales), con la participación y adjudicación de obras a arquitectos de renombre nacional (C. Testa, M. Soto, R. Rivarola, M. Winograd, E. Traine, H. Baliero, J.M. Borthagaray) y local (C. A. Morales, E. Fogeler, F. Di Giorgi, J. Pomar).
La riqueza de la experiencia radica –en palabras de sus gestores- principalmente en que “permite a los estudiantes percibir las obras estudiadas desde tres dimensiones: la teórica, cuando el docente expone el caso de estudio ante la clase; la vivencial, cuando se visitan los edificios y se experimenta en mayor o menor medida aquello transmitido en el aula; y la práctica, cuando mediante un determinado sesgo o enfoque los estudiantes profundizan el estudio de los edificios, desde la propuesta de una consigna por parte de la cátedra” produciendo en su gran mayoría contenido inédito de cada una de las obras.
Permitirnos volver a hablar de ello, lograr poner una vez más la discusión en los primeros planos, y retomar la puesta en valor de nuestra historia y cultura arquitectónica son algunos de los objetivos cumplidos de esta experiencia, pero sin lugar a dudas, el hecho de haberlo generado íntegramente desde el ámbito universitario es su mayor logro.