Miguel Eyquem camina con una mano apoyada en su bolso y se lleva el paño a la nariz. Dice estar resfriado y espera que no sea un problema para conversar. Como todas esas personas que encarnan la historia, a Eyquem se le atropellan las ideas. Camina, habla, se detiene, piensa, vuelve a hablar, cambia de tema y camina.
Nacido en 1922, Eyquem formó parte del grupo de arquitectos y artistas que en 1952 refundó la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (Chile), por invitación del padre Jorge González, entonces rector de la universidad. Alberto Cruz, Arturo Baeza, Jaime Bellalta, Fabio Cruz, Godofredo Iommi, Francisco Méndez, José Vial y Claudio Girola completaron el equipo que desarrolló un inédito planteamiento pedagógico arquitectónico desde la poesía, el arte y el oficio, cuyo sello permanece en la escuela porteña hasta el día de hoy.
Hasta 1972 este grupo lideró el más importante método pedagógico arquitectónico en Latinoamérica, como recordaba Ignacio González Galán en un texto de Radical Pedagogies, la investigación liderada por la arquitecta e historiadora Beatriz Colomina desde Princeton.
En 1965, Cruz e Iommi junto a otros 8 artistas, arquitectos y poetas formularon Amereida, una visión poética de América a través de una travesía por el interior del continente, que unió Tierra del Fuego (Chile) con Santa Cruz de la Sierra (Bolivia). La travesía se hizo carne en un poema homónimo y anónimo, publicado en dos partes en 1967. No obstante, el principal legado tomaría forma tres años más tarde cuando los mismos profesores de la escuela compraron 300 hectáreas al norte del río Aconcagua, a 25 kilómetros al norte de Valparaíso, entre las dunas de Ritoque y el Océano Pacífico. Así nació la Ciudad Abierta de Ritoque, cuyos principios son recordados por Eyquem mientras caminamos:
Queremos descubrir el mundo haciendo, no pensando. Eso es lo que estamos haciendo aquí, estamos haciendo cosas para vivirlas y descubrir qué significa esto frente a América
En la Ciudad Abierta de Ritoque viven arquitectos, académicos, artistas, músicos, cineastas y todo tipo de oficio posible en una comunidad utópica. "Este es un grupo de estudiosos que queremos integrar vida, trabajo y estudio", dice Eyquem. "Hemos juntado el lugar con la ciencia, el arte y la forma de vivirla", agrega.
Precisamente caminando entre sus dunas y caminos de tierra, Eyquem reflexiona sobre los ideales que sostienen a la Ciudad Abierta de Ritoque, el cual también sirve como campus de la misma Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. A Eyquem lo esperan los alumnos frente a la sala de música, quienes asistirán al Taller de Amereida.
Es una experiencia de vida lo que se está viviendo aquí, quitémonos todos los -ismos del mundo y todas las religiones que quieran. Estamos descubriendo quienes somos
La Ciudad Abierta de Ritoque es un experimento en permanente testeo y libre ejercicio, es la materialización de una genuina vocación por vivir la arquitectura. La comunidad es de todos y es de nadie. "El poeta [Godofredo Iommi] nos dijo los pintores de día domingo no son pintores, son aficionados". Aquí queremos enseñar una forma de ver la arquitectura distinta, entonces hay que dedicarse a esto, no se puede ser arquitecto o diseñador de día domingo, no sirve", asegura.