El Centro Histórico de Bogotá es un sector crucial para el desarrollo de la capital. Pero ¿cómo calificar a una ciudad para ser un atractivo del desarrollo urbano? La respuesta a esta pregunta depende de la escala con la que se esté evaluando; a los ojos los habitantes se mide en la calidad de vida, posibilidad de empleo, áreas verdes, entre otros. El factor económico es lo que promueve la concreción de dichos parámetros, y, por encima de lo económico, están las políticas públicas que organizan el territorio y dan pie al desarrollo urbano de las ciudades.
Para que todos los factores que influencian, directa o indirectamente en el desarrollo urbano puedan colaborar entre sí, debe haber uno o varios detonantes que sirvan como antídoto a la microgestión administrativa que segrega los intereses de cada sector. Uno de los gatillos es el interés cultural, que le compete tanto a la ciudadanía, como los entes gubernamentales. En Bogotá, al igual que en las demás capitales, se debe hacer un esfuerzo por la manutención, renovación, y empoderamiento de los sectores y bienes de interés cultural y patrimonial. Por esta razón Bogotá ha elaborado una estrategia para la reactivación de su centro histórico a través del Plan Especial de Manejo y Protección (PEMP)
Éste año, la alcaldía está tratando de aprobar un Plan de Ordenamiento Territorial (POT) actualizado ante el Consejo, pues actualmente está vigente el POT Decreto Distrital 190 de 2004. Desde entonces se han revisado y hecho algunos ajustes como el Decreto 492 de 2007, el cual ordenó la planificación por localidad, y enfatizó al centro histórico hacia sectores de interés cultural y sectores de reactivación. Sin embargo, al momento de proyectar, los arquitectos no sólo deben acudir a las Curadurías Urbanas, encargadas de la aprobación de licencias de proyecto al margen del POT, sino también deben acudir previamente al Instituto de Patrimonio y Cultura (IDPC) y al Ministerio de Cultura. Esto se debe a que hay notas especificas para edificabilidad dentro del Decreto 492 que delegan a dichas autoridades ciertos parámetros para la aprobación.
Debido a que tanta burocracia aumenta las trabas que se presentan al proyectar, el PEMP pretende sobreponer una última capa que aglomera las normativas del POT y los parámetros subjetivos del IDPC y el Ministerio de Cultura. El fin de éste plan especial, no solo es facilitar la viabilidad del desarrollo urbano en el Centro Histórico de la capital Colombiana, sino también poder postular a que éste sea reconocido como Patrimonio de la Humanidad ante la UNESCO.
Tal importante reconocimiento, pondría al Centro Histórico de Bogotá a la altura de la capital hermana Quito. Potenciaría el turismo, cómo lo hace en Chile la ciudad portuaria de Valparaíso, y daría el valor agregado urbano como lo tiene el Centro Histórico de la ciudad de México. Para guiarse, la UNESCO desarrolló un documento en el 2013, para que las ciudades competentes re-enfoquen su desarrollo hacia El planteamiento de los Paisajes Urbanos Históricos.
El 2019 es un año crucial para la capital Colombiana, la cual es el polo de mayor atracción para proyectos arquitectónicos y de infraestructura urbana del país. La calidad de vida de sus habitantes y el desarrollo económico, ligado a la construcción, dependen de la aprobación de éstas implementaciones de planeación, que idealmente se mantendrán alejadas de la lucha de barro incesante de la polaridad política del país. Ésta terrible condena que sufre la capital cada vez que hay renovación administrativa en el gobierno distrital, solo ralentiza el impulso a que Bogotá tenga el progreso que merece desde hace tantos años.