La relación del cuerpo con la arquitectura es un fundamento que aunque siempre ha estado presente, no estableció vínculo directo registrado y aceptado hasta hace algunos años con la consolidación de la ergonomía, pero ¿cómo se percibe el cuerpo en la modernidad? y, ¿cómo esta perspectiva influye en el diseño de los edificios que habitamos? Frecuentemente, se considera como una disciplina que hace énfasis en el cuerpo o en el objeto por separado. Sin embargo, además de ser el vínculo entre estos dos, la ergonomía es el guión o la coreografía preestablecida que maximiza y/o armoniza la productividad. En su nivel más básico, se trata de un discurso técnico que surgió de un problema percibido para hacer que el ser humano habitara un entorno cada vez más mecanizado.
La ergonomía es la ciencia que estudia cómo nos relacionamos con los objetos, por lo que es la base más sólida del diseño industrial y consecuentemente de la arquitectura. Dos de los precursores de esta no tan antigua forma de percibir el mundo son: el arquitecto alemán Ernst Neufert y el diseñador industrial Henry Dreyfuss, quienes son mundialmente reconocidos por su famoso ‘Architect’s Data’, publicado por primera vez en 1936, el cual se ha editado 39 veces en alemán y 16 en castellano, traducido a 18 idiomas distintos y vendido más de un millón de ejemplares en conjunto.
La efervescencia del movimiento moderno surgió en un contexto que aparentemente se estructuraba poco a poco y que en realidad venía de una visión mucho más elaborada que obligó a los arquitectos a ver con el mismo lente todos los elementos que conformaban los espacios, estos elementos influyeron y modificaron la percepción del cuerpo humano. Conforme avanzaban los estudios y se normalizaba la aplicación de estos manuales, esta visión reciclada de la guerra se utilizó constantemente de una forma incuestionable y aunque se buscaba dejar atrás los acontecimientos para encaminarse hacia un futuro prometedor, el lenguaje empleado y los medios de producción seguían muy arraigados a su origen.
La formulación de Neufert del hombre como “objetivo” es mucho más compleja. En la superficie de la materia (la ergonomía trata sobre las superficies), el objetivo al que se refiere Neufert es un promedio e ideal universalmente aplicable: una norma. Como es bien sabido, la normatividad no solo se limita a las curvas de una campana, ni a la simple determinación de las medias; como lo demostró el filósofo-médico George Canguilhem en su innovador trabajo sobre 'The Normal and the Pathologic': “lo estándar… generaliza la regla al mismo tiempo que la señala. Pone todo lo que no encaje, todo lo que esté fuera de lado e incluso en contra él. Una norma obtiene su significado, función y valor de lo existente, de lo que está fuera sí, de lo que no cumple con el requisito al que sirve. Lo estándar no es un concepto estático o pacífico, sino dinámico y polémico.
- Harwood, John. Chapter 4 The Interface: Ergonomics and the Aesthetics of Survival, Governing by Design: Architecture, economy and Politics in the Twentieth Century. Published by the University of Pittsburgh Press, Pittsburgh, Pa., 2012.
Como lo menciona George Canguilhem, esta imagen estética de proporciones humanas condujo a un problema de estandarización en donde se construyó un arquetipo idealista y abstracto que buscaba englobar un modelo de cuerpo humano que comenzó a consumirse y representarse como un objeto.
Entendiendo esto, Paul Gisbrecht muestra una serie de imágenes que hacen una crítica al 'Architect's Data' de Ernst Neufert, –que mostraba a este cuerpo uniforme, regular y sobre todo medible– exponiendo una aproximación que niega lo que no cabe dentro de los estándares establecidos. La serie titulada 'Human-Reification' hace una re interpretación de los dibujos de Ernst Neufert a través de fotografías que muestran a una mujer real y exponen las trayectorias de los movimientos cotidianos que buscan entender su lugar en el espacio.
Para más información visita paulgisbrecht.com