Durante los últimos años, los espacios han experimentado una revolución que responde a un momento específico en la historia en donde más de la mitad de la población mundial vive en ciudades. Es por eso que, tanto la vivienda, como los espacios públicos y de trabajo se han transformado de tal forma que buscan inclinarse en lo común, así como en la nueva estructura de las ciudades.
Dentro de esta línea, en el año 2015 se experimentó un boom en los espacios de coworking, un tipo de oficina compartida que generalmente sucede en un entorno abierto (aunque algunas empresas ofrecen oficinas cerradas) emplazadas ya sea en pisos completos de edificios de gran altura o sitios antiguos acondicionados para estas nuevas formas de habitar.
De acuerdo con el sitio web Statista, en 2018 se registraron 18,700 espacios de coworking funcionando en todo el mundo y se prevé que alcance los 22,400 para finales del año 2019. Dentro de estas estadísticas, se registró que la región con más espacios de coworking fue Asia Pacífico (incluida India), con 11.592 espacios, seguida de Europa, Oriente Medio y África, con 6.850 espacios.
Una de las empresas más grandes de cowork es WeWork –fundada en 2010–, la cual en los últimos años ha demostrado un interés no solo en los espacios de trabajo, sino en el interiorismo, el emplazamiento urbano de las ciudades y la arquitectura. Esto adquirió mucho más fuerza en Mayo de 2018, cuando se anunció a Bjarke Ingels –arquitecto mundialmente reconocido y fundador del despacho BIG–, como el nuevo arquitecto en jefe de WeWork. Meses después, el arquitecto mexicano Michel Rojkind pasó a ser el nuevo vicepresidente senior de la oficina de arquitectura.
Sin embargo, existen otras empresas que lideran países específicos y que constantemente estudian este nuevo fenómeno urbano. Tal es el caso de Regus, una empresa europea fundada en 1989 que opera en 120 países y 900 ciudades (principalmente en Estados Unidos).
Estos nuevos emplazamientos hablan de una comunidad de profesionales que se reinventa en donde cada vez existen emprendedores, freelancers y empresas pequeñas que requieren espacios a precios accesibles en donde exista la posibilidad de hacer networking con otros profesionales en entornos de trabajo cooperativo que permitan compartir lugares y recursos como internet de alta velocidad, escritorios, sillas, lámparas, archiveros, impresoras, copiadoras, cocina y cabinas telefónicas en zonas estratégicas de la ciudad.
El espacio de coworking, por lo tanto, está destinado a convertirse en una mercancía que radica en una economía compartida, en donde las ganancias intangibles cobran importancia, como lo son las relaciones interpersonales. Además de ser espacios que se preocupan por el diseño –lo cual beneficia psicológicamente a los empleados–, lo verdaderamente interesante es que buscan convertirse en centros de talento y habilidad que conecten con la ciudad. Para esto, WeWork ha desarrollado una suerte de algoritmo en donde el emplazamiento de estos nuevos sitios se considera en combinación con una serie de factores: proximidad a cafés, gimnasios y centros de tránsito entre ellos; aquí, las opciones de diseño de interiores se reducen a un "kit de piezas" que priorizan el entorno urbano estratégicamente, lo cual se convertirá en una parte cada vez más esencial de su negocio.