El Teatro Nacional Rubén Darío en Nicaragua se considera un hito de la arquitectura moderna en la región centroamericana y un referente de las artes a nivel internacional.
El Teatro Nacional Rubén Darío fue proyectado en 1963 por José Francisco Terán Callejas. Este arquitecto se había incorporado al equipo de diseño de Minoru Yamasaki, en Detroit, Michigan, entre 1958 y 1959. Para la historiografía del teatro, es justo mencionar que Terán tuvo una asociación temporal con el arquitecto Eduardo Chamorro Coronel, la cual resultó en la elaboración de toda la fase del anteproyecto, la selección de los consultores y en el desarrollo de los planos constructivos. Es en 1966, durante las fases finales del diseño, que Terán se convierte en el principal arquitecto del Teatro y jefe de proyecto de obra.
En 1964, el anteproyecto fue entregado y expuesto al presidente René Schick (1963-1966), quien inmediatamente dio su apoyo para desarrollar el anteproyecto, definir la ubicación y demás estudios preliminares.
Según el informe presentado en 1964, la ubicación del teatro contemplaba distintas zonas para contribuir en el resurgimiento del centro de la ciudad, entre ellos, un lote con impresionantes vistas al Lago de Managua y un fondo lleno de montañas y volcanes. Inclusive, contaba con la proximidad al Parque Darío donde está el monumento escultórico más importante dedicado al más grande poeta de habla hispana. Otra zona considera fue donde actualmente esta erigida la Catedral Metropolitana de Managua, diseñada por Ricardo Legorreta en 1993.
En sus primeras propuestas, el TNRD estuvo diseñado para albergar 1.500 personas con un escenario flexible para ópera, espectáculo, música y teatro, espacios para grabación, transmisión y proyección, puentes y plazas de enlace para conectar el proyecto con la ciudad.
Sin embargo, en 1966 su presupuesto fue recortado a dos millones de dólares. El Teatro pasó de tener una imagen cercana a edificios extranjeros, a ser un modelo adaptado a circunstancias locales. En ese sentido, se diseñó de adentro hacia afuera, lo cual delata la sobriedad del edificio en su exterior y la transformación del proyecto en términos estéticos.
Su interior tiene tres grandes espacios: Salón de los Cristales, Sala Mayor y un Teatro Experimental. El primero, con vista hacia el Lago de Managua, tiene tres lámparas de cristal estilo Imperial, donadas por España; la Sala Mayor tiene capacidad para 1.200 butacas, distribuidas en tres balcones y en un estilo continental sobre el área de Platea. El tercero, ubicado debajo de la Sala Mayor y planificado para el desarrollo de artistas nacionales, tiene una capacidad para 230 personas. La noticia de la inauguración en 1969, fue también publicada en el diario New York Times, como “el mejor centro para las presentaciones escénicas en Latino America” (“Best Center for the Performing Arts in Latin America”)
Entre los consultores del proyecto están Vilhelm Lassen Jordan, como consultor acústico y el arquitecto estadounidense Ben Schlanger como consultor general. Ambos participaron en los proyectos del Lincoln Center de Nueva York, luego en el Teatro Nacional Rubén Darío y posterior, en la Ópera de Sídney. Otros consultores son Donald Swinney, quien participó en el área administrativa y Peter Albrecht Corporation en los equipos de sonido, iluminación, escenarios y concha acústica.
Luego de una larga reconstrucción nacional, pues el terremoto de 1931 había devastado la ciudad, un segundo terremoto volvió a estremecer al país en 1972. El TNRD presentó daños menores en su arquitectura y fue de los pocos edificios que se sostuvieron ante el sismo. Es por ello que el Teatro Nacional Rubén Darío resulta ser emblemático, no solo por valores sociales y arquitectónicos que le dieron vida, sino también por tratarse de uno de los edificios que está siendo renovado para desafiar el tiempo y contar su propia historia.
En este 2020, saldrá una publicación que conmemora los 50 años de su construcción.