Cuando miro la arquitectura de Guillermo Acuña rápidamente recuerdo esas conocidas casas chilenas de madera que se dispersan en el territorio, las que marcan puntos lejanos sobre los cerros y desdibujan apenas las orillas de las costas, las que se elevan ligeras y se mezclan con la naturaleza, las que nos enseñan sobre la honestidad material y la conexión con el paisaje. Las que nos recuerdan de dónde venimos y lo que hace el humano.
Es por esto que nos acercamos con una breve entrevista a la oficina de GAAA, para que nos cuente la historia sobre sus inspiraciones, sus propósitos, sus exploraciones y sus proyecciones.
Antes que nada, ¿qué te inspiró en un principio a seguir el camino de la arquitectura?
Llegue a la arquitectura tarde, a los 18 años supongo que es difícil saber a que te quieres dedicar. Supongo que mi línea familiar pesó en ese momento y me aferré a ella.
Cuando no sabes mucho que hacer, uno recurre a lo que se ha dedicado tu familia antes, por lo que entonces la arquitectura y la ingeniería eran cercanas a mi. Había algo que tenia a la mano.
Hoy en día, ¿para qué haces arquitectura?
Me dedico a la arquitectura porque me acerca a problemas geométricos existenciales que me gusta resolver.
El enigma del número y la medida me encantan. Es un juego que tiene solo 10 cartas pero de posibilidades infinitas por lo que siempre empiezas de cero. Alguien dijo por ahí que la arquitectura es el número en el espacio como la música el número en el tiempo. Esto me hace mucho sentido. Al final se trata de hacer vibrar un instrumento. En un caso la casa, el edificio o la ciudad, en otro un violín.
Tu trabajo parece tener un interés en la exploración constructiva, ¿nos cuentas tu proceso?
Para que haya vibración debe haber materia. La materia es la encargada de reverberar en el espacio, de hacer físico el número y su medida y convertirlo en un hecho perceptible.
Nuestros sentidos son los encargados de captar estas vibraciones y traducirlas en emoción. Solo así comprendemos. Vivimos en un mundo sensitivo por lo que la arquitectura solo puede ser un hecho material.
¿Cómo puedes aconsejar a las nuevas generaciones de arquitectos y de estudiantes de arquitectura?
Me parece que hoy los estudiantes deberían ampliar el campo de competencias formativas. Es muy pobre la educación universitaria si consideras que esta enfocada mayoritariamente a formar personas orientadas a resolver sólo problemas de diseño.
Creo que los arquitectos tenemos competencias humanistas que otras profesiones no tienen y no tenemos por que renunciar a ellas. Steiner decía hace un siglo que hoy mas que ayer costaba mucho ser verdaderamente humano. Imagínense ahora.
Creo que los arquitectos hemos descuidado nuestra parte humanista que era el centro y corazón de nuestro oficio. Creo que la arquitectura, la buena, la simple, la austera, la bella y verdadera, nos ayuda a vivir nuestra humanidad.
¿Qué proyecciones tienes para el futuro de la arquitectura en Chile?
Chile tiene como país una tremenda oportunidad. Somos muy pocos, compartimos un territorio inmenso, diverso y rico en oportunidades que nos debería sostener en una calidad de vida digna de ser experimentada.
Los arquitectos tenemos que ser capaces de mirar lo que tenemos, cerrar las revistas y paginas de internet y volver a conectarnos con nuestro lugar en el mundo.
Solo se puede ser universal desde cada particularidad y no me refiero con esto a ser famoso, me refiero a vivir conectados con esa parte de nosotros que esta por ahí, entre las estrellas.
- Conoce más sobre Guillermo Acuña en su cuenta de Instagram @gaaa.arquitectos