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Arquitectos: G+F Arquitectos
- Área: 90 m²
- Año: 2019
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Fotografías:Joaquín Mosquera Casares
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Proveedores: AutoDesk, DLW, Dott.Gallina, Euronit, Onduline, Thermochip
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Una edificación agrícola y ganadera de principios del siglo XX ubicada en un pueblo de la Meseta castellana de España ha quedado en desuso. La intervención en la edificación existente se plantea como reciclaje de la misma. Se pretende preservar la identidad del espacio productivo y el carácter vernáculo de su construcción.
Para re-habitar el edificio principal se le dota de luz, agua y calor. Se pretende vivir los distintos espacios según la época del año. La crujía del granero busca preservar la energía térmica mediante la inercia que le confiere el muro de adobe. Se completa la envolvente protegiendo la cubierta con aislamiento e impermeabilización mediante un panel sándwich que incorpora todas las soluciones. Colocado entre la teja vieja y la estructura de troncos y tablero de ripias de madera esta solución técnica pasa desapercibida.
Un lucernario sobre la escalera, cambiando el panel ondulado por otro de policarbonato ilumina el espacio superior e inferior debido a la ligereza de la escalera de huellas de madera.
Se introduce un forjado ligero de viguetas metálicas vistas y panel sándwich para aprovechar la altura libre, sin alterar la volumetría original, pero se mantiene la altura total en los dos extremos del granero, con la escalera a un lado y una habitación para niños en el otro.
Esta primera crujía es el ámbito más fresco durante el día en verano y en él se preserva mejor el calor que produce una estufa de leña en el invierno.
La segunda crujía, donde estaba la bodega contaba con tres cerchas de madera. Debido a las goteras, una de ellas estaba podrida. Se decide quitarla y abrir un patio central que genera un espacio exterior cercano a la cocina, que permite disfrutar de las comidas en verano. A ambos lados del patio se consiguen unos espacios luminosos que contrastan con los reducidos huecos del antiguo granero y que permiten crear jardines de invierno y zonas de estancia en los meses más fríos. Ello es posible porque se sustituye la teja vieja y parte de los tableros de ripias por paneles de policarbonato celular. Se busca aligerar una estructura con síntomas de agotamiento y generar un espacio a cubierto en el que percibir las variaciones lumínicas del espacio exterior. Un espacio membrana, entre el exterior y el interior, un lugar desprogramado para ser utilizado con mayor libertad que una vivienda.
Así, un contendor sin uso y deteriorándose, se recicla para volver a convertirse en un espacio habitado.