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Arquitectos: meeecarquitectos
- Área: 45 m²
- Año: 2021
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Fotografías:David Frutos, Arturo Martínez de Maya
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Proveedores: AutoDesk, Ceramicas Antonio Aleman
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El proyecto surge como continuación de una intervención sobre los espacios exteriores que hicimos hace algunos años. Por aquel entonces, la familia, promotora y propietaria del proyecto, había reconvertido una antigua caseta para almacenar herramientas en su pequeña bodega personal. Un espacio de apenas 20m2 donde no solo se almacenaban los depósitos y maquinarias, sino que se desarrollaban procesos de recolección, prensado, fermentación, filtrado y embotellado de sus caldos.
Un lugar excesivamente pequeño que ahora, pasado algún tiempo, necesitaban ampliar con otro módulo, de tamaño similar, que les permitiese tener en otro sitio mucha de la maquinaria necesaria para la vendimia, permitiéndoles separar útiles y procesos.
Un encargo de pequeñas dimensiones, y reducido presupuesto, pero con grandes aspiraciones e ilusiones. De ahí, lejos de la idea inicial de los clientes para crear un nuevo módulo exento, proponemos una nueva construcción, reinterpretando la caseta tradicional de aperos que salpica la zona rural del entorno, anexada a la antigua para aprovechar lo construido, que reordene y organice las circulaciones exteriores entre las diferentes parcelas, y las interiores de la propia bodega. Para ello separamos la nueva edificación de la existente 1,20 metros, puesto que se querían reutilizar unas puertas que tenía la familia, y generamos un paso que unía longitudinalmente las diferentes zonas de la huerta y transversalmente todo el conjunto de la bodega.
El pavimento exterior, de barro cocido, atraviesa la edificación dividiéndola en dos y convirtiéndose en un espacio con una dualidad importante. Sumar mayor superficie útil al interior del conjunto, o convertirse en una zona de comunicación en los días de recolección de la vid. Dos módulos separados que forman un todo conjunto. La chapa metálica galvanizada mini-onda, el bloque de hormigón, y la madera, propios de las construcciones tradicionales de huerta, se convierten en los nuevos elementos constructivos con los que se ejecuta la obra, pasando de ser meros materiales elementales, a herramientas fundamentales gracias a las cuales poder funcionar y respirar de manera autónoma todo el conjunto.
Las estrategias pasivas se suceden a lo largo de la confección del proyecto obviando cualquier sistema activo más costoso. La piel de chapa sobre el muro portante de bloque permitirá regular térmicamente los nuevos espacios, incorporando, o no, aire caliente al interior mediante una serie de aberturas controladas en los mencionados cerramientos. Además, confiere el carácter contemporáneo y atemporal que precisaba este proyecto de arquitectura, diferenciando lo nuevo de lo existente, pero relacionándolo materialmente. La madera, tableros fenólicos de embalaje, se encarga de unir la nueva actuación con la primitiva. Su fachada a sur se ejecuta mediante un muro trombe que capta radiación para disiparla en verano o introducirlo al interior en invierno.
Por otro lado, se introduce aire pretratado continuamente mediante una conducción enterrada por el terreno y se reutiliza el agua de limpieza para riego de la parra trepadora de la fachada encargada de mejorar térmicamente el comportamiento en las diferentes épocas del año. Un pequeño proyecto familiar comprometido con el ayer, el hoy y el mañana.