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Arquitectos: ENDALT Arquitectes
- Área: 269 m²
- Año: 2020
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Fotografías:David Zarzoso
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Proveedores: AutoDesk, Fiora, Fontini, TEULAT
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Se parte de la idea de respetar todo aquello que sea posible, dejando las huellas como homenaje a los que en algún momento construyeron o fueron protagonistas de las transformaciones de la casa. Se intenta una arquitectura que hable del pasado con un lenguaje contemporáneo; que recuerde a aquella arquitectura sin arquitectos, resultado del saber colectivo y la experiencia acumulada.
Esta intervención busca poner en valor las cicatrices de lo que se elimina para adaptar la vivienda a un habitar contemporáneo. Aparecen en las paredes las huellas del forjado o la bóveda de tabica de la antigua escalera, sustituida por una escalera metálica de chapa plegada. Se utilizan, además, materiales contemporáneos fácilmente identificables que ofrezcan a la nueva construcción una imagen impoluta que contraste con la aspereza e imperfección de las capas más antiguas de la construcción primigenia. Por ello, se recurre a tabiquerías en seco de entramado autoportante así como pavimentos uniformes y de gran formato que contribuyen a la fluidez del espacio.
La vivienda se concibe desde la entrada como una secuencia de espacios que va adentrándose progresivamente en un mundo interior propio de la arquitectura tradicional valenciana: el corral. A medida que nos adentramos en la vivienda vamos ganando privacidad, hasta encontrarnos con el estar, que mediante un ventanal continuo, toma una inmensa bocanada de tranquilidad y frescura. En medio de este corral, y a modo de recordatorio de antiguas formas de vida, un viejo limonero rinde tributo a todos los que durante generaciones han habitado este edificio y se sirvieron de sus frutos. Este recorrido secuencial se concibe como un recuerdo también de aquellas casas que todavía hoy copan los centros históricos de los pueblos de l’Horta de València.
Se van encadenando espacios cuya función no siempre queda definida pero que no dejan de tener sentido: una entrada que descubre la totalidad del volumen original de la vivienda y su cubierta a dos aguas, una sala de estudio que se transforma en habitación de invitados, una pequeña biblioteca, un espacio de estar, un comedor,… El espacio fluye de forma continua, interrumpido solo por el recuerdo de una puerta rescatada de la vivienda que filtra y protege el verdadero corazón de la vivienda; un corral que quiere ser parte del estar y un estar que quiere también ser corral. Y más allá, en lo más profundo de la vivienda, un espacio reservado para los invitados más excepcionales, aquellos que merecen adentrarse hasta lo más profundo del alma del anfitrión.
Una vez superado el volumen original de la primera vivienda, se construye un nuevo pabellón como resultado de eliminar las ampliaciones del edificio original, de menor calidad constructiva, para así reinterpretarlas de nuevo. Para este nuevo espacio que alberga la zona de día se genera un juego de dos planos horizontales sustentados por cuatro pilares. La estructura metálica y el forjado de chapa colaborante permiten un lenguaje de nuestro tiempo con luces mayores y un espacio que por sus dimensiones contrasta con el primer volumen de edificación.