En los últimos años, hemos sido testigos de un crecimiento exponencial de la flota de scooters eléctricos que circulan en el centro de las grandes ciudades, convirtiéndose muy rápidamente en parte de nuestra vida diaria. Al facilitar los viajes urbanos de una manera un tanto divertida, los patinetes eléctricos han caído en el favor de las nuevas generaciones, conquistando a multitud de nuevos aficionados y enorgulleciéndose de su carácter sostenible. Implementados por primera vez en la costa oeste de los Estados Unidos, los scooters migraron rápidamente hacia el este del país y finalmente se volvieron muy populares en las principales ciudades de Europa y Asia. Si bien son rápidos y convenientes para casi cualquier tipo de desplazamiento urbano, debemos preguntarnos: ¿están nuestras ciudades preparadas para este aumento exponencial de los scooters y otras formas de micromovilidad?
La micromovilidad es un término amplio que se utiliza para describir bicicletas, scooters y patinetas. Si bien el mercado es relativamente nuevo, sus enfoques de implementación altamente innovadores han impulsado la creación de miles de empresas dedicadas a este servicio. La investigación de McKinsey proyecta que el mercado de scooters eléctricos en Europa alcanzará un valor de más de 150 mil millones de dólares en la próxima década, y el doble en Estados Unidos. Al principio, una de las principales estrategias para llevar los scooters a las masas era dejarlos caer en áreas con mucho tráfico para atraer clientes lo más rápido posible, antes de que los planificadores de la ciudad y los funcionarios tuvieran la oportunidad de involucrarse. A medida que la gente comenzó a popularizar esta nueva forma de movilidad, los gobiernos se vieron obligados a tomar medidas rápidamente, a menudo colocando prohibiciones temporales en los scooters, pero no sin la refutación de las personas que habían encontrado una nueva forma de moverse por la ciudad. En el momento en que ambas partes llegaran a un acuerdo, el único arreglo factible era que podrían ser montados, pero ¿dónde? ¿Y por quién?
The 2018 remake of Alfred Hitchcock’s “The Birds” pic.twitter.com/8EZvkUfbsO
— Madeline Eskind Litvack (@madeline) August 7, 2018
Uno de los fenómenos que ocurrió cuando se introdujeron estos scooters fue que se adoptaron a un ritmo extremadamente rápido, incluso más rápido que las bicicletas, y también atrajeron a un grupo demográfico más amplio de usuarios. También se consideran más convenientes que las bicicletas, sobre todo por la posibilidad de dejarlos en cualquier lugar y poder circular tanto en la calle como en la acera. Son ideales para viajar distancias cortas y medias, sirviendo de guante para quienes necesitan llegar desde casa a la estación de metro más cercana lo más rápido posible.
Sin embargo, todavía hay muchos problemas que surgen con la introducción de scooters en nuestras ciudades. Dos empresas importantes, Bird y Lime, se enfrentaron a múltiples demandas por parte de los conductores que resultaron heridos y a muchas reacciones violentas que se experimentaron. En 2018, San Francisco prohibió tres empresas de scooters. Más tarde ese año, la ciudad de Los Ángeles acusó a varias empresas de scooters de "ayudar e incitar al asalto". Tan pronto como se convirtió en una moda, andar en scooter se volvió en una molestia y la gente comenzó a preguntarse si las ciudades estaban bien equipadas para ellos.
Durante décadas ha habido un impulso para encontrar medios de transporte que sean más rentables y sostenibles. Aunque esto ofrece una solución, la logística del uso de scooters aún no se ha debatido e implementado por completo en los municipios locales. Las ciudades ya están luchando por encontrar formas de hacer que andar en bicicleta sea más fácil y seguro, así que ¿cuánto tiempo pasará antes de que podamos hacer lo mismo con los scooters? Hasta ahora, solo la ciudad de Nueva York y Londres han resistido la prueba del tiempo y han comenzado a aprovechar el potencial que brindan los scooters. Agravado aún más por la pandemia, los trabajadores esenciales comenzaron a usarlos como una forma de entregar alimentos rápidamente.
El éxito de los scooters eléctricos es independiente del interés público: ya son una realidad. Las empresas de micromovilidad y las autoridades locales deben sentarse a explorar cómo lograr un equilibrio y, quizás lo más importante, los planificadores deben involucrarse para incorporar estos datos. Agregar otro tipo de movilidad a la planificación de la ciudad puede parecer abrumador, pero al menos obligará a nuestras ciudades a convertirse en máquinas funcionales, donde elegir cómo transitar se convierte en una parte más de la vida diaria.
