A medida que las temperaturas aumentan en todo el mundo sin señales de disminuir, los parques del futuro estarán sujetos a sequías, inundaciones, calor intenso y nevadas más abundantes, esto debido a que el aire cálido es capaz de retener más humedad que el aire frío. (A menudo se dice que el mundo del futuro será más húmedo y salvaje por esa misma razón).
Entonces, ¿cómo pueden fortalecerse los parques urbanos para las próximas décadas? El Central Park Conservancy, Yale School of the Environment, y Natural Areas Conservancy se han unido para convertir el parque más icónico de la ciudad de Nueva York en un centro para estudiar la adaptación al cambio climático y las posibles estrategias de mitigación. El Laboratorio Climático de Central Park fue dado a conocer el 12 de enero por The Conservancy y los conocimientos obtenidos del programa se expandirán a otros parques de la ciudad de Nueva York y eventualmente, a otros parques de todo el país.
A diferencia del Centro para Soluciones Climáticas de Governors Island, el Laboratorio Climático de Central Park no será un campus físico real integrado en el paisaje diseñado por Frederick Law Olmsted y Calvert Vaux.
“Los parques son esenciales para los neoyorquinos, como lo han demostrado estos últimos años pero las inundaciones, los fuertes vientos y las temperaturas extremas representan una amenaza para su salud”, dijo el alcalde Eric Adams en el anuncio del programa. “El Laboratorio Climático de Central Park comienza una nueva era en investigación y cooperación que brindará a nuestros profesionales de parques herramientas mejoradas para combatir la crisis climática, será un modelo para los parques urbanos de todo el país.”
“Con aproximadamente el 55 [por ciento] de la población mundial que ahora vive en áreas urbanas, la urbanización juega un papel cada vez más importante en la forma en que gestionamos y mitigamos el impacto del cambio climático global”, agregó Karen Seto, profesora Frederick C. Hixon de Geografía, Ciencia y Urbanización en la Escuela de Medio Ambiente de Yale, en el anuncio de la universidad. “Esta colaboración tiene como objetivo utilizar el mapeo y otras herramientas para desarrollar intervenciones urbanas que protejan sus parques urbanos así como usarlos para mitigar y adaptarse al cambio climático."
Si bien el Central Park de 843 acres no es el más grande de Nueva York –esa insignia se la lleva el extenso Pelham Bay Park de 2,765 acres en el Bronx– es porr mucho, el más famoso y frecuentado por residentes y visitantes por igual. El parque ya está equipado con una gran cantidad de sensores de precipitación y es mantenido por un pequeño ejército de paisajistas gracias a su generoso talento, lo que lo convierte en el lugar perfecto para recopilar datos sobre cambios climáticos y probar técnicas de adaptación.
Central Park recibió un récord de 3,15 pulgadas de lluvia en una sola hora y, en consecuencia, se inundó cuando el huracán Ida azotó el noreste en septiembre de 2021, justo después de un verano en donde se vivieron cuatro olas de calor en julio y al menos dos en agosto. Tampoco es inmune al aumento de la contaminación y el escurrimiento de nutrientes que causan la proliferación de algas que han plagado los cuerpos de agua en otros lugares.
Aunque la pandemia de COVID-19 ha convertido los parques urbanos en oasis y lugares seguros de reunión para los residentes hartos de sus departamentos abarrotados, ese aumento en el uso no ha sido seguido por un aumento correspondiente en la financiación o el mantenimiento. Afortunadamente, con un banco de pruebas centralizado desde el cual exportar soluciones a otros parques y paisajes urbanos, aún podrían cosechar los beneficios.
Este artículo fue originalmente publicado en The Architect's Newspaper.