Martin Benavidez fundó Ben-Avid en 2018, un estudio de arquitectura que dirige desde Córdoba, Argentina, donde desarrolla proyectos arquitectónicos nacionales e internacionales de diversas escalas y complejidades.
Sus obras son espacios comerciales, galerías y pabellones de exhibición, infraestructura de transporte urbano y metropolitano, entre otros. Son colaborativas y cuentan historias. Es una arquitectura que tiene narrativa. Su Pabellón para la Expo 2020 Dubai junto a MMBB Arquitetos y JPG.ARQ es uno de sus más recientes proyectos. Tiene como protagonistas a las aguas de Brasil: sus ríos y manglares, una herencia natural que subyace en todo el discurso sobre la sostenibilidad del planeta.
Seleccionado por ArchDaily como una de las Nuevas Prácticas del 2021, realizamos la siguiente entrevista con Martin para que nos cuente más en detalle sobre todas sus inspiraciones, motivaciones, procesos de trabajo y próximos proyectos.
Fabian Dejtiar (FD): Entiendo que realizaste estudios de Literatura Moderna antes de seguir el camino de la Arquitectura, ¿Qué te inspiró a seguir este nuevo camino? ¿Qué te permiten tus conocimientos literarios hoy en día?
Martin Benavidez (MB): Cursé Letras Modernas en paralelo a los primeros años de la carrera de Arquitectura. Aun no comprendo los motivos por los que la dejé para continuar con Arquitectura. Supongo que el deseo es un espacio oscuro. Pero esos años de cursado en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC fueron para mí una experiencia fundante. Marcaron la manera en que transité no sólo la carrera de Arquitectura sino también, posteriormente, la práctica del proyecto y también la práctica académica. Durante esos años entré en contacto con autores que cambiaron radicalmente mi manera de ver el mundo, y que todavía hoy me acompañan a todas partes. Nadie sale intacto después de aproximarse al estudio de la literatura y de la lengua.
Por otra parte, un proyecto es una conversación hecha de dibujos, pero también, fundamentalmente, de palabras. Y de algún modo esos estudios iniciales pusieron el foco en la importancia de la palabra como estructura del pensar y también del hacer. En la oficina procuramos detenernos sobre eso. Escribir y enseñar son hoy partes indisociables de nuestra práctica, aun cuando supongan en muchos casos andar a tientas. No podemos proyectar sin ensayar posibles historias del espacio que deseamos concebir. No hay arquitectura sin narrativa. Alexandre Delijaicov nos habla de una “literatura de la arquitectura” como condición del proyecto. Me gusta mucho esa idea.
FD: Trabajas con proyectos de diversas escalas y complejidades: espacios comerciales, galerías y pabellones de exhibición, infraestructura de transporte urbano y metropolitano, estudios de escala urbana, entre otros. ¿Cómo logran abarcar todo este abanico? ¿Cómo eligen a qué dedicarle más tiempo?
MB: Ello se debe en gran medida a los años de trabajo al lado de mi maestro, Milton Braga. Durante el tiempo en su estudio MMBB, en São Paulo, tuve la oportunidad de trabajar en proyectos de alcances y complejidades inimaginables para mí antes de vivir en Brasil. Fue un laboratorio de aprendizaje del cual estoy muy agradecido, que nos permite hoy en Ben-Avid encarar proyectos de naturaleza variada. En este momento, por ejemplo, estamos en desarrollando en Rio de Janeiro, junto con mis amigos Francisco Rivas y Rodrigo Messina, el Museo Marítimo de Brasil, de casi 300 metros de longitud, y, en paralelo, una pequeña luminaria de pie con el diseñador industrial Agustín Barrionuevo. Me gusta esa tensión de tamaños y alcances. No hay una escala específica de la arquitectura.
FD: En este sentido, ¿nos puedes contar con más detalles cómo es tu proceso de trabajo? ¿Cómo es tu proceso de diseño?
MB: Diría que tengo una doble fortuna. Por un lado la de trabajar con un joven equipo de arquitectos sin el cual el despacho no sería posible. Personas de una capacidad y compromiso con el trabajo que no dejan de asombrarme, con los que construimos un espacio de trabajo colectivo, de discusión crítica permanente sobre lo que hacemos. Por el otro, el de trabajar casi siempre asociado a otros estudios de amigos y maestros con los cuales trabajar es un privilegio. Nuevamente aparece aquí la idea del proyecto como diálogo con un conjunto amplio de personas.
Recientemente visité una muestra de Roberto Burle Marx en Río de Janeiro donde encontré una idea suya que me encantó: “detesto las fórmulas, me gustan los principios”. Para nosotros no interesa la idea de invención. Creo que nuestra práctica del proyecto remite a la idea de un oficio aprendido de quien “pasó por aquí antes”, de un conjunto de principios de trabajo que sin embargo permiten encarar cada proyecto de manera específica. Entiendo el proyecto como un modo de continuar un discurso, de retomar una voz que reverbera alrededor de la hoja en blanco antes incluso de que tomemos nosotros el lápiz. Proyectar entonces supone estudiar constantemente lo antes hecho, lo antes dicho. Traerlo de nuevo al tiempo de lo presente, acaso de forma inusitada. Y ello nos lleva todo el día y también buena parte de la noche. Proyectar es robarle una imagen al pasado pero también al porvenir. Hay algo también del ensueño en esa segunda dimensión del trabajo. Anoche un gran amigo, Gustavo Valsecchi, me dijo en el bar: “todo lo que ha muerto puede revivir.” Me conmovió esa idea.
FD: Recientemente, has sido seleccionado por ArchDaily entre las Nuevas Prácticas del 2021. ¿Qué tipo de valor le ven a esta gran difusión? ¿Qué proyección a futuro tienes?
MB: Haber sido seleccionados entre las Nuevas Prácticas del 2021 por ArchDaily fue una gran alegría. Comenzamos el estudio hace apenas 3 años y creo ello muestra que nuestro trabajo puede resultar relevante para los demás. Es una alegría compartida con todos aquellos con los que trabajamos, y esperamos que ello permita ampliar los horizontes de nuestra práctica.
FD: Por último, ¿Con qué nuevos proyectos te encuentras trabajando actualmente? ¿Qué te gustaría desarrollar aún más?
MB: En este momento estamos ocupados con proyectos de alcances y complejidades variadas. Como decía hace un momento, estamos trabajando en el Museo Marítimo de Brasil en Río de Janeiro, proyecto que ganamos por concurso público recientemente junto con Messina-Rivas. También estudiando la ampliación de un club social en São Paulo, junto con mis amigos de Canoa Arquitetura. Estamos proyectando un edificio para una colección privada de arte y también un espacio de trabajo que funcionará en conjunto con una galería de arte contemporánea en Córdoba. En estos días comenzamos también el desarrollo de una línea de mobiliario que me entusiasma mucho, pues es algo que nunca antes habíamos hecho. Todo ello en paralelo al desarrollo de concursos públicos de arquitectura, que procuramos hacer con frecuencia.
Creo que no hay ningún tema que no nos gustaría desarrollar aún más. Recién comenzamos.
