En la actual vorágine de la era de la información hay oficinas de arquitectura latinoamericanas que vuelven a explorar formatos análogos, desde fanzines hasta ilustraciones, pasando por manuales y postales.
En el contexto del Taller Social Latinoamericano en Colombia, conversamos con las oficinas Ruta 4 Taller (Colombia), Coonvite (Colombia), La Cabina de la Curiosidad (Ecuador) y República Portátil (Chile), quienes coincidentemente han explorado estos formatos en sus reciente trayectorias.
Fanzines, exhibiciones, manuales e ilustraciones
República Portátil es un colectivo de arquitectos, diseñadoras y publicistas con una larga trayectoria en obras temporales. La mayoría de sus autopublicaciones son fanzines spinoffs de otras instancias, tales como “Concepcion a 6 cm”, fruto de la exposición Ciudad H en 2015; “Deshabitado”, un fanzine del proyecto homónimo; “De las obras y su descomposición”, a raíz de una invitación del colectivo Mil Metros Cuadrados, y “Post tenebras lux”, un fanzine sobre la reciente crisis social en Chile. Sin embargo, su trayectoria no ha estado alejada de la edición tradicional: en 2020, además de lanzar una serie de postales de sus obras, publicaron en Chile el libro recopilatorio Situaciones junto a Dostercios Editorial.
Por su parte, la oficina colombiana Ruta 4 Taller ha explorado formatos como la ilustración y la exhibición multimedia para visibilizar la arquitectura de su natal Pereira: "Provocaciones Urbanas" es un manual de prototipos para apropiarse de los espacios públicos, mientras el mapa "Provocar la calle" reúne los hitos y personajes de la vida pública pereirana. Asimismo, la oficina actualmente liderada por Juliana López y Jorge Noreña entre 2020 y 2021 desarrolló “Dibujar la plaza”, una exposición multimedial de 12 ilustraciones de las fachadas de la Plaza de Bolívar de Pereira en cuatro décadas—los 30, los 50, los 70 y los 2000—junto a una serie de audiohistorias y láminas que retratan costumbres típicas de cada década.
En Medellín, Coonvite ha gestionado fanzines como "Barrio Manigua" e investigaciones como los libros "Atlas de Patrimonio Vivo" y "Cocreación Parques del Río Norte desde un urbanismo reparador". Además han transcrito y editado las memorias conversadas, como dicen ellas, de La Polita, un conversatorio público sobre temas contigentes en Medellín. Paralelamente, uno de sus fundadores, Juan Miguel Durán Vélez, ha coordinado la publicación de Pasquín, fanzines sobre vivienda colectiva a cargo de los estudiantes de su Taller de Historia en la Universidad Pontificia Bolivariana en Medellín. El ejercicio les ha permitido, según explica Durán Vélez, tratar el taller como un laboratorio de medios de comunicación.
Desde Ecuador, en La Cabina de la Curiosidad, integrada por Marie Combette y Daniel Moreno Flores, trabajaron junto a Colectivo Urbano Itinerante en una serie de mapas críticos barriales del centro de Quito. Además, documentan activamente sus obras, acciones y actividades en lo que denominan "Registros Dibujados".
De hecho, Combette exploró estas ideas en la columna radial Diez Postales del programa argentino Arquitectos al Aire. Y en 2018, junto a los arquitectos franceses Thomas Batzenschlager y Clémence Pybaro, autopublicó Valparaíso Público, un atlas de 50 axonometrías de ascensores, escaleras y callejones de la ciudad chilena. “Fue una necesidad espontánea de aprender haciendo y dibujando, de generar herramientas para la ciudadanía”, explica Marie a ArchDaily. Todo esto en paralelo a procesos más tradicionales como el dossier monográfico que recientemente lanzaron junto a la editorial 1:100 en Argentina.
¿Por qué arquitectas y arquitectos latinoamericanos jóvenes deciden autopublicarse?
En conversación vía email con ArchDaily, las oficinas plantean que la autopublicación sirve para reflexionar sobre sus propios procesos. El equipo de Coonvite explica que sus fanzines les permiten testear y sistematizar metodologías. Además, como explican, "permite compartir, tejer redes de cooperación y testear hallazgos o inquietudes con otras personas”.
Similar planteamiento tienen en La Cabina de la Curiosidad, para quienes “el hacer está íntimamente relacionado con el pensar. Nosotros creemos fuertemente que todo es una oportunidad para reflexionar sobre lo que hacemos”. No obstante, cumple también un papel testimonial para la dupla de arquitectos. "Queremos establecer un puente de comunicación para hablar sobre potencialidades colectivas, nuestros valores, carencias y riquezas”. Se trata, según Marie y Daniel, de compartir el conocimiento.
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En otra línea, Ruta 4 Taller desarrolló el manual "Provocaciones Urbanas" como una forma de reflexión durante la crisis social colombiana en 2021. “Queríamos preguntarnos cómo habitar el espacio público y cómo activarlo nuevamente con acciones simples que provocaran volver a la calle”, explican Juliana y Jorge.
Luis Felipe Maureira, de República Portátil, explica que la presencia de dos diseñadoras y publicistas en el equipo—Cristina Vergara y Javiera Pereda— también estimuló poner énfasis en la comunicación. Debido a la naturaleza efímera de sus obras, la autopublicación además tiene más fuerza "pues la obra permanece en la memoria”, dice Maureira.
¿Quién lee estas autopublicaciones de arquitectura?
Tal como ha planteado la arquitecta chilena Paula Sagristá, en el fanzine “el receptor ya no es el último eslabón de una triada habitual de emisor, mensaje y consumidor, sino más bien un elemento dialogante que participa en la construcción del contenido”.
De hecho, uno de los objetivos comunes de estas oficinas es atraer y estimular nuevas audiencias. Con "Dibujar la plaza", Ruta 4 Taller busca que la curiosidad de quienes hayan asistido a la exposición les motive a documentar la historia de Pereira por su cuenta. Mientras que para La Cabina de la Curiosidad sus publicaciones tienen tres públicos objetivos: la comunidad académica, las instituciones educativas públicas y comunitarias, y el público masivo. “Estas publicaciones deberían estar al alcance de todos a través de una distribución gratuita, rápida y universal”, explican. Por su parte, República Portátil lo explica con una analogía: cada publicación es como “las ondas que genera una piedra al caer en un lago; desde el centro se expanden una y otra vez. Ese centro que se expande somos nosotros, y las ondas, nuestras redes cercanas”.
Así el particular éxito del fanzine entre estas oficinas podría explicarse por su carácter especulativo: aquí desaparecen los protocolos académicos, la consistencia gráfica y toda jerarquía creativa. Todos hacen de todo. Precisamente Sagristá postula que “el fanzine es una exploración continua de materiales, papeles, palabras, grosores, pesos, texturas y digitalidades que cambian entre cada edición”. Eso permite que en el fanzine tanto contenido como formato sean dignos de ser explorados.
Sin embargo, a pesar de su origen y espíritu contestatario en los años 30, el fanzine ha sido profundamente documentado por iniciativas tradicionales como Archizines, cuya documentación actualmente está disponible en el National Art Library del Victoria and Albert Museum en Londres. Mientras en Latinoamérica tanto la Bienal de Arquitectura de Chile como la Trienal Sur del Mundo han incorporado el fanzine en sus muestras o premiaciones, e iniciativas con financiamiento público como Proyecto Folio recopilan en su plataforma digital fanzines chilenos de arquitectura y ciudad que datan desde 1973.
Para Christian Fierro y Beatriz Coeffé, ambos de Proyecto Folio, este interés estaría motivado por una nueva vuelta del péndulo histórico. "Como ejercicio de resistencia en la era digital, el fanzine se hace justamente en formato impreso porque se rehúsa a morir", postula Fierro. Mientras Coeffé cree que "hay una vuelta a lo análogo después de un camino hacia la hiperdigitalización. Probablemente estas oficinas jóvenes –que también tienen una tendencia a autogestionar sus obras– ven los fanzines y afiches como medios para diferenciarse de generaciones anteriores y difundir lo que hacen entre públicos más amplios que quizás no pueden consumir arquitectura, pero sí apreciarla".
Así, en los ejercicios a contracorriente estas oficinas, como tantas otras en Latinoamérica y el mundo, parecen satisfacer una necesidad tan antigua como la misma profesión, o como lo sentencia Coonvite "nos gusta publicar porque nos permite crear memoria".
.jpg?1654025835 "Fanzines, ilustraciones y postales: las experiencias de autopublicación de oficinas de arquitectura latinoamericanas")
