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Arquitectos: Castroferro Arquitectos
- Área: 450 m²
- Año: 2020
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Fotografías:Héctor Santos-Díez
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Proveedores: DFG PAVESTONE, Roca, SANTOS, Technal
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Siempre hemos sentido un especial interés por las transiciones, los acontecimientos que suceden entre dos actos. Esos momentos que, en estos tiempos, suelen ser tratados como meros vacíos entre supuestos llenos. Llegar al hogar.
Quizás este haya sido el hilo más importante que hemos seguido para desarrollar este proyecto, pensar la vivienda como un punto final de descanso al que se acaba llegando y es ese camino el que decidimos proyectar. En cierto modo nos acompaña, aunque nos de rubor decirlo en alto porque son palabras muy altas, esa idea de la “promenade corbsuseriana”, la del proyecto como recorrido de secuencias sensoriales.
Así, describimos este proyecto desde su llegada donde previa percepción de su cierre rotundo, tosco y en cierta medida arisco para con quien le mira, al atravesar dicha barrera somos recibidos por tres copas de alcornoque, con su fina hoja mientras una losa de hormigón (ese material que hace de hilo conductor en todo el camino) nos protege. Estamos en el umbral de la casa. Ese lugar protegido previo a la entrada pero que ya es parte de ella, de su arquitectura, uno de esos espacios de transición sobre los que tanta arquitectura se ha referenciado.
La puerta de pino, recordando las marcas que otras tablas han dejado en el hormigón, abre hacia un recibidor, convertido en pasarela. Estamos ya dentro de la casa, recorriendo la pasarela que nos acompaña si miramos a la izquierda sobre el patio de los alcornoques o si miramos abajo a la derecha a un paisaje cercano de pequeños arbustos. Cada uno decidirá qué prefiere mirar.
Será la escalera, conexión de los tres niveles de la casa la que cierre ese primer ambiente de la casa, la zona del patio de alcornoques ha quedado atrás para, ahora, presentar la vivienda un nuevo aspecto de relación con el exterior es su lado oeste.
Será esta zona de relación con la parte oeste de la parcela la que podemos entender como final del recorrido que se inició, no sabemos donde, en el momento en que decidimos volver a casa. Un amplio salón, rotundo y claro, se abre a la zona lúdica de la parcela a través de unos ventanales que, enfatizados por la continuidad del suelo que llega a invadir la piscina, hacen que podamos vivir la casa con una extrema conexión con el exterior.
Como el ánimo es cambiante, más que nos pese, nos gustaba que la casa también nos ofreciese un lugar donde poder retirarnos. Un lugar íntimo, introvertido, recogido… y es ahí donde ese patio que en la entrada de la vivienda nos ofrecía las copas de los árboles para recibirnos, ahora nos recoge con tres potentes muros de hormigón para darnos un patio, lugar de transición clásico que tanto hemos admirado.
Una grada de hermoso granito busca facilitar los acontecimientos que ahí puedan llegar a suceder, desde el júbilo del grupo hasta el momento de soledad. Es así como nos gusta pensar en este proyecto, desde sus recorridos, transiciones y espacios “entre”.
El proyecto en su materialización busca una deliberada rotundidad, así como una escasa paleta de materiales, siendo el hormigón armado el que guíe todo el proyecto con su marcado encofrado de tabla que, vemos replicada en el pino de las carpinterías y el cierre. Unas fantásticas piezas de granito resolverán el resto de situaciones, bien con una hermosa acanaladura cuando es fachada o bien, esa misma piedra en losas de gran tamaño resuelve los solados y aplacados de gran parte del interior de la vivienda.