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Arquitectos: MOST Monti Studio
- Área: 550 m²
- Año: 2022
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Fotografías:Andrea Ceriani
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Proveedores: Anoxidall, EDRA, Oikos Venezia
"El anfitrión es un invitado. El que recibe es recibido. El anfitrión, el "maître de céans", es ya un invitado recibido en su propia casa" _ J. Derrida
Esta cita resume la esencia de lo que pretende este proyecto: reunir y acoger. El ocupante espera ser acogido en su propia casa.
La casa está situada en Dakar, en el corazón de un animado barrio a medio kilómetro del mar. A pesar de la vivacidad del contexto más amplio, las casas de los alrededores parecen no reflejar el carácter acogedor típico de la cultura senegalesa. El proyecto intenta complementar y revitalizar el barrio mediante el estudio de 3 elementos: forma, color y textura. La disposición de las formas que componen la casa juega un papel fundamental en su apertura al entorno. La esquina parece haberse sustraído, dejando paso a un jardín que también actúa como espacio de amortiguación entre la vivienda y las calles adyacentes, a veces muy transitadas.
En la primera planta, el muro limítrofe revestido de piedra establece la esquina de la casa como elemento esencial de la composición, al tiempo que garantiza la necesaria privacidad entre la casa y las calles que la bordean. Una discreta puerta de entrada permite el acceso a la vivienda, respetando el carácter más bien privado de la cultura local. En la segunda planta, la circulación es lateral para permitir que todos los dormitorios se abran al jardín y al barrio. El dormitorio principal tiene un balcón privado que desempeña un papel híbrido entre un espacio exterior y uno interior, lo que hace que uno se sienta anfitrión e invitado al mismo tiempo.
La planta superior hace las veces de alojamiento privado donde uno puede recibir a sus invitados más cercanos. Alberga una cocina, un lavadero y un amplio salón que ofrece una vista ininterrumpida del barrio y del cercano océano. El juego de volúmenes y las esquinas redondeadas introducen una nueva perspectiva dentro del barrio. En un contexto en el que todas las casas de los alrededores tienen una planta bastante regular y angular, la elección de redondear las esquinas pretende romper con la monotonía morfológica del lugar. El juego de la luz a lo largo del día cambia la percepción de la casa, ya que las sombras pasan de los bordes afilados donde se juntan los volúmenes a disolverse en los suaves bordes de las esquinas curvas.
En cuanto al color, la casa se desmarca del predominio del blanco y el beige en el barrio con su paleta de colores cálidos que recuerda a los tonos terrosos de la península de Dakar. El acabado exterior de la casa remite a la arquitectura de los años 80 de la ciudad, donde el uso de materiales locales estaba muy extendido, pero también era esencial para garantizar la durabilidad y la facilidad de mantenimiento. El proyecto es una reflexión sobre la idea de la hospitalidad, y cómo una vivienda puede ser elaborada en torno a esa idea hasta el punto de que las líneas entre el anfitrión y el huésped se difuminan, haciendo que el anfitrión se sienta como un invitado en su propia casa.