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Arquitectos: Práctica Arquitectura
- Área: 875 m²
- Año: 2021
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Fotografías:César Béjar + Oscar Hernández
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Proveedores: Cosentino, CREST, Cemex, Curacreto, Kimikolor
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Fomentar la calma. A través de un jardín central rodeado por cuartos y terrazas, La Hacienda ofrece un espacio de descanso y convivencia en Tepoztlán, Morelos. La techumbre de madera y teja que conforma el patio enmarca la montaña del Tepozteco con la cual los usuarios pueden mantener una relación íntima desde cualquier lugar de la casa con su entorno. Los espacios privados brindan una experiencia distinta con vistas cercanas a un segundo patio y a los muros de piedra perimetrales bañados por la luz que permea por las pérgolas de la cubierta. De manera fractal, la distribución del programa y la definición del esquema en planta despliegan una serie de experiencias concéntricas que comparten la hipnótica puesta en escena de la naturaleza que el edificio mismo genera.
El proyecto reflexiona sobre la tipología de la casa de descanso y las especificidades que requiere en un contexto determinado. El partido arquitectónico cuestiona la condición predominante en la zona de tener que bardear el predio para luego insertar en él una edificación y ajardinar el resto. La casa hace lo contrario al resto, se convierte en una barda habitada que contiene un jardín en su centro. El edificio actúa como un umbral que revela paulatinamente al espectador la vegetación, el agua y el fuego que se ubican en su interior. La paleta de materiales cálidos que alterna madera, piedra, ladrillo y chukum permite transitar por la casa con los pies descalzos deconstruyendo la hermética división entre espacios exteriores e interiores. Como consecuencia, las fronteras programáticas que se generan en el perímetro de la casa a través de muros en forma de grapa se difuminan permitiendo a los habitantes modificar constantemente el espacio según varíe el número de ocupantes y sus actividades.
En un día de lluvia, el agua entra por el patio, escurriendo sobre las tejas, regando el jardín, llenando la alberca y entregando una experiencia contemplativa. En un día de sol, la luz resalta la vegetación y la techumbre permite una constante sombra ventilada como protección. El gran patio se convierte en el diafragma que regula las interacciones entre la escala territorial marcada por la vista a las montañas con la escala humana en la que nuestro instinto mamífero busca un rincón en el cual sentirse protegido. Diseñar una casa manifiesta la postura que se tiene hacia el habitar. En una zona donde la señal del celular es muy baja, la luz eléctrica fluctúa y en temporada de secas hay poca agua, el proyecto pone énfasis en fomentar y hacer accesible aquello que siempre estuvo ahí; la montaña, la naturaleza y la calma.